Los años cincuenta quedaron marcados por el continuo ir y venir de un curioso personaje que vistiendo ropas oscuras y luciendo una larga cabellera iluminaba las calles habaneras.
La historia con sus desmesurados giros quiso que José María López Lledín fuese recordado hasta nuestros días como el caballero de París, personaje que quedó inmortalizado en la fotografía, el cine y hasta en la música cubana.
¿Quién fue el Caballero de París? El destino imprimió en las calles sus pasos
Las aceras de la Habana Vieja aún recuerdan sus pasos, esos que movidos por una sonrisa amable y un espíritu soñador atrapaban las miradas de múltiples citadinos.
José María arribó a Cuba con poco más de doce años a bordo del vapor Chemnitz, movido por el quijotesco deseo de perseguir un futuro mejor y huyendo de la dictadura en la que se veía sumida España, su país natal.
Los oficios que desempeñó el caballero de París
A su llegada a la mayor de las Antillas se vinculó a diversos empleos ejerciendo oficios:
- En una floristería,
- un taller de sastres,
- una tienda de libros y
- como mensajero en un despacho de abogados.
Luego de mucho trabajo y esfuerzos José María consiguió desempeñarse escalonadamente como empleado en los restaurantes pertenecientes a los hoteles Inglaterra, Telégrafo, Sevilla y Saratoga entre otros.
Donde llegó a ganarse el cariño de sus compañeros de trabajo y muchos de los clientes, quienes decían ver en él una luz un poco extraña pero cálida a la vez.
Como una especie de chispa que te embriagaba mediante las historias que relataba el curioso hombre, las que fungían como un anzuelo que te atrapaba casi obligándote a regresar al mismo sitio una y otra vez.
Un giro en su vida lo cambiaría todo
En 1920 un giro inesperado en el destino de José María volcaría su vida completamente, se trata de unos episodios de encarcelamientos injustos donde se le acusaba de diversos delitos de los que se declaraba inocente.
No existieron nunca pruebas que lo involucraran con los crímenes, más su condición de pobre y emigrante ponían continuamente en tela de juicio su credibilidad.
Fueron entonces las paredes de la fortaleza del Castillo del Príncipe, las primeras testigos silentes del comienzo de los desvaríos en la vida del desde entonces bautizado caballero de París.
Durante su estadía en la prisión comenzó a adoptar rasgos nuevos en su personalidad, luciendo modales más refinados, empleaba la pluma para dominar una caligrafía exquisita y había eliminado para ese entonces todo tipo de muletillas que ensombrecieran su elocuente discurso.
Mira quien viene por ahí ¡El caballero de París!
Al salir de prisión el caballero deambulaba por las calles citadinas saludando a todos con excesiva cordialidad.
Se subía a los autobuses y hacía largos recorridos solo para encontrar en el trayecto un compañero para conversar y cuando lo hallaba comenzaba a narrarle su vida a la que añadía un toque mágico, pero coherente, de anécdotas un tanto fantasiosas, pero indiscutiblemente agradables de escuchar.
Su apariencia desaliñada, muy por el contrario, a lo que muchos podrán imaginar, no infundía temor, pues sus palabras dulces hacían olvidar completamente al que lo observaba, lo impresionante de su apariencia.
Siempre se acompañaba de periódicos y recortes de revistas, dormía en los parques y deambulaba por el puerto, el paseo del prado, la plaza de armas y la Iglesia de Paula.
El caballero retribuía la ayuda dada con amor
Solo aceptaba dinero y comida de las personas que le resultaban familiares, a las que ofrecía cualquier especie de artesanía confeccionada por sus propias manos, a modo de agradecimiento.
El caballero de París vivió los últimos años de su vida ingresado en Mazorra, centro de salud mental hoy rebautizado Hospital Psiquiátrico de la Habana Comandante Bernabé Ordaz, donde fue acogido humanitariamente bajo su condición de deambulante.
Allí fue hospitalizado para que tuviese una mayor calidad de vida, pues otros motivos no ameritaron su ingreso al ser un hombre dócil y sociable.
¿Dónde descansa hoy en día el Caballero de París?
Luego de su muerte fue sepultado en el cementerio de Santiago de las Vegas, años más tarde el doctor Eusebio Leal exhumó su cadáver y depositó sus restos en el convento San Francisco de Asís.
Donde además de descansar se erige en las afueras del recinto una estatua fundida en bronce representándolo físicamente, actuando además esta pieza artística como un culto a su memoria.
¿Sabes por qué al Caballero de París se le piden deseos?
Todas las personas que han visitado el casco histórico de la ciudad se han topado con la representación de tan icónico personaje.
A raíz de la colocación de esta estatua se creó una especie de culto religioso donde los viajeros le piden deseos a su figura tocando su barba y su dedo, partes de la escultura que se encuentran notoriamente desgastadas.
Todos los que nos hemos topado con el caballero de París en nuestro andar por la Habana le hemos compartido de una forma u otra nuestros deseos y al contemplarlo pareciera que escucha gustoso nuestras anécdotas.
En ocasiones es frecuente observar su estatua adornada con flores como pago al cumplimiento de los deseos que con gusto su espíritu ha ayudado a conceder.
- ¿Dónde está la estatua del Caballero de París en La Habana? Está ubicada en la entrada del Convento de San Francisco de Asís en la calle Oficios, Habana Vieja, Cuba.