¿Qué representa la Sagrada Ceiba en la Religión Yoruba?

La Ceiba es un árbol sagrado dentro de la Regla de la Santería, numerosas generaciones de religiosos han acudido a ella para realizar sus consagraciones.

Del mismo modo acuden ante su presencia en peregrinación los espíritus que bajan a la tierra con el fin de pagar penitencias, saldar cuentas pendientes con mortales y cumplir misiones.

A esta mágica planta se le debe respeto, la Osha establece que está estrictamente prohibido dañarla, pues cualquier acto ejecutado en su contra será tomado como una profanación hacia la religión, tal es así que se cree que el castigo impuesto por tales sacrilegios es pago con la vida.

La Ceiba, árbol venerado por los yorubas:

Este bendito árbol se relaciona con determinados Orishas pertenecientes al Panteón Yoruba como:

Orisha Oko el labrador,
Kawó Silé el rey de los tambores Batá,
Obatalá el dueño de todas las cabezas y
Oggún el Orisha al que pertenece el hierro.

De una forma u otra cada santo antes mencionado posee un pacto secreto con la Ceiba el cual se relaciona estrechamente con muchos de sus sortilegios.

La Ceiba es adorada en muchas ramas religiosas yorubas entre estas podemos citar a los congos quienes la apodaron bajo el nombre de Nkunia o casa de Sambi, deidad guerrera y protectora.

Se considera a este árbol como uno de los maderos principales presentes en todas las prendas.

Los Ararás consideran a la Ceiba como una deidad a la que rinden culto y adoración, esta omnipotencia es conocida bajo el nombre de Aramú, a esta se le realizan sacrificios y consagraciones para obtener salud, bienestar y prosperidad.

Las virtudes de la Ceiba y su estrecha vinculación con los espíritus.

Entre sus virtudes se encuentra su capacidad protectora pues con su sombra ampara a los necesitados que acuden ante su presencia acompañados de cánticos y oraciones.

Esta es la planta encargada de recibir a los espíritus de los creyentes yorubas consagrados en la Regla del Palo Mayombe.

De esta creencia surgió la ceremonia de darle de comer al pie de la ceiba a la sombra de los espíritus que en esta se albergan, para cumplir desde su nueva posición las misiones que le sean designadas.

Los rituales anteriormente mencionados deben ser ejecutados por un religioso facultado, pues de no ser así podrían crearse múltiples confusiones espirituales, las que acarrearían atraso para quien las ejecutó llegando incluso a afectar al muerto.