Cuenta la leyenda que existió una vez una princesa, la que era sumamente asediada por los intentos de conquista que manifestaban sus pretendientes.
Su belleza causaba gran impacto ante los ojos de quien la observaba, tal es así que cierto día un joven del pueblo sin fortunas ni apellido decidió cortejarla.
Amor que no era correspondido por la dama, pues esta consideraba que merecía un hombre rico a su lado, que la colmara de los lujos a los que estaba acostumbrada para vivir.
La Historia de un amor que nunca fue correspondido
La princesa le planteó al joven la posibilidad de su romance solo cuando este poseyera la fortuna que pudiese respaldar su unión matrimonial.
Entonces el caballero cegado por amor, accedió a tal acuerdo, partiendo a otras tierras en busca de la fortuna que requería para obtener el corazón de su enamorada.
Pasado los años el hombre se posesionó de una acaudalada fortuna, después de haber padecido de hambre y otras precariedades, las que mantuvo en secreto.
Estableció diversos comercios, los que se extendían por los montes y ciudades.
El período en el que se encontraba trabajando en el bosque era el más duro de todos, pues la soledad y el silencio de la naturaleza traían a su mente los recuerdos de la mujer que amaba y que por azares del destino se encontraba a miles de kilómetros de ahí, entonces una profunda tristeza encogía su corazón.
La llegada de un fiel amigo
En sus días más tristes entablaba una melodía amarga y dulce a la vez, la que era del agrado de un ruiseñor que siempre la escuchaba con especial cuidado.
Con el pasar de los días el joven estableció lazos afectivos con el audaz pájaro llegando a convertirse en buenos amigos.
El honrado hombre contó al ruiseñor las penas que lo atormentaban, encontrando en la compañía del ruiseñor la calma que necesitaba para mitigar su tristeza.
Una mañana el joven partió de regreso a su tierra, con el fin de conquistar el corazón de su amada, olvidando despedirse del pájaro que había sido su fiel confidente durante todo este período de su vida, hecho que provocó gran decepción en el ruiseñor.
Al llegar a su país natal se presentó ante los pies de la princesa, situado a ese nivel relató con detalles sus aventuras y vivencias.
Entonces compartió con ella la dicha de poseer la gran fortuna que tanto anhelaba la dama para ser feliz, esta contestó que podrían celebrar su boda pero que antes este debería traerle una rosa roja.
La trampa de la princesa y el sacrificio del ruiseñor
La princesa con gran astucia encomendó esta misión al joven, siendo la excusa perfecta para escapar de un matrimonio sin amor, pues sabía que sería imposible encontrar dicha flor, pues en su tierra las rosas no crecían, tornándose imposible su cultivo.
El hombre cegado por el amor y sin percatarse de la trampa en la que la princesa lo colocaba partió hacia otras tierras en búsqueda de la rosa.
Camino que lo condujo hacia el bosque en el que había conocido al ruiseñor, la melodía que silbaba el pájaro era inconfundible.
Entonces este pidió ayuda a su amigo para encontrar las flores, este, aunque dolido por lo sucedido tiempo atrás accedió a ayudar al caballero, la búsqueda se prolongó más de lo previsto, llegando a encontrar solo rosas blancas.
Caída la noche el ruiseñor pidió a su amigo que durmiera en aras de reponer fuerzas, cuando este se quedó dormido el ruiseñor se colocó sobre las rosas blancas y con una espina sacrificó su vida para que las bellas flores se tiñeran con su sangre, adoptando de esta forma el color rojo.
Al día siguiente el hombre despertó contento, tomó las rosas rojas y emprendió su viaje de retorno sin detenerse a pensar por un segundo en su amigo.
Al llegar ante la princesa esta mostró el repudio que sentía hacia él y se negó a casarse a pesar de todos los sacrificios que este hombre había acometido por conquistar su amor.
Esta historia nos enseña el consejo de Ifá que cita:
Ámate primero tú y luego ama al mundo.
A veces desperdiciamos el tiempo en amores que no valen la pena dejando a un lado a personas que realmente valen oro en nuestras vidas, sin percatarnos nos enfocamos en hacer felices a otros buscando de este modo su aprobación sin pensar en que nos alejamos del camino que conduce a nuestra propia felicidad y autoestima.