Un humilde Homenaje a Elegguá en su día: Un Orisha de corazón gigante

Desorientado y sin rumbo una mañana desperté, sentí que ya nada importaba y mis sueños abandoné, después de tantos tropiezos, de casi perder la fe, recordé que no estoy solo y a mi Elegguá me aferré.
Entonces entre tinieblas, cuando estaba desorientado, Elegguá tomó mi mano y caminó a mi lado. Me dijo: «tú eres mi hijo, no sufras ni desesperes que, con mi bendición y tu sacrificio, pronto tu camino florece».
Después de muchas angustias tuve un momento de paz, recordé que soy tu hijo y eso nunca ha de cambiar, Elegguá santo bendito, perdona todas mis faltas y desde hoy te suplico que no abandones mi casa, creo en ti y en los guerreros y a ustedes debo mi gloria, desde hoy yo te prometo siempre honrar tu memoria.

A ti me aferro gigante, santo fuerte y decidido, si tú siempre me acompañas, bueno será mi destino, no quiero hacer un alarde de lo mucho que te quiero, pero deseo que sepas que siempre estarás primero.
En ti pienso en la tristeza, en la pena, en la alegría, te convocó en las fiestas y también en la algarabía, deseo seguir tus pasos, pues eres faro en mi camino, te lo ruego mi Elegguá quédate siempre conmigo.
De tus 21 caminos necesito uno abierto, para que mi familia unida pueda gozar tus aciertos, solo deseo salud, fuerza y tranquilidad para poder con decencia llevar comida a mi hogar.
No sé si sea una afrenta o un deseo pretencioso, pero te pido mi padre que me acojas en tu reboso, dame de lo que anhelo solo lo que pueda merecer y enséñame con sacrificio a tu amor corresponder.
Con tu garabato mágico detenme las dificultades, para que estas no puedan hacerme víctima de sus males, quita con ese instrumento todo el odio y el rencor y sustitúyelo, padre, por humildad y perdón.
Dentro de tu bolsa de chivo, donde llevas caramelos, colocaré una carta donde no pondré deseos, te escribiré con el alma, con el corazón latiendo, para decirte mi padre todo lo que por ti siento.
No son falsas mis palabras, tampoco mis intenciones, pero quisiera decirte que te amo por montones.
Quisiera finalizar este humilde homenaje diciéndote Elegguá que eres un santo muy grande, a ti debo mi fortuna y todo lo que he logrado gracias por esos consejos que fueron bien acertados.
El pueblo yoruba sabe que eres un Orisha Guerrero, por eso cuando Elegguá llega, no hay sitio para el miedo.

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