Ubicada en la provincia de Santiago de Cuba formando parte vital de la reserva natural perteneciente a la Sierra Maestra se erige la hacienda cafetalera la Isabelica, recinto marcado por las huellas de la confluencia franco haitiana en Cuba.
Siendo el único de su tipo en la actualidad ha sido reconocido como monumento nacional y patrimonio de la humanidad.
Sus paredes han sido testigo de mucho más que el paso del tiempo, pues la historia se ha encargado de reflejar en ellas una serie de sucesos paranormales, los que fueron hilvanados con el hilo del amor.
Los misterios que se esconden en el cafetal «La Isabelica»
La antigua casona de dos pisos posee diecisiete salas expositivas donde se muestran al público disímiles objetos encontrados en excavaciones arqueológicas realizadas con el fin de rescatar parte de los artículos personales de los moradores de la hacienda.
La propiedad de la que fuese dueño Víctor Constantan Couzo albergó durante años el amor que este sentía por Isabel María, una bella mulata que con su presencia diese nombre a la hacienda, la que enfocó su producción fundamentalmente al cacao y al café.
Relatan los más viejos de la zona que sus abuelos les contaban que en La Isabelica nunca existió la presencia de ninguna otra señora que no fuese Isabel María, quien fungió como esposa, ama de llaves y amiga de su marido.
Los celadores del actual museo cuentan que en ocasiones han escuchado pasos de tacón dentro de la casa señorial, los que cesan en las tardes cuando por arte de magia empieza a balancearse la comadrita que fuese el asiento preferido de la señora en el ayer.
Por otra parte, en la pequeña barraca y los secaderos de café también se desarrollan sucesos de este tipo.
Pero es la noche la que se encarga de atesorar dichos datos, pues el arrastre de grilletes y el sonido del pilón dan vida al complementario arsenal de sonidos paranormales que han ambientado la hacienda desde ese entonces.
La Isabelica además de ser una casona museable y próximamente un recinto dedicado al polo turístico, es la cuna de diversos espíritus haitianos, los que se manifiestan desarrollando las mismas tareas que años atrás.
Una antigua creencia popular afirmaba que la pareja de enamorados que visitase la Isabelica nunca podría separarse, pues su unión estaría destinada a ser tan feliz como la de sus dueños en el ayer.