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La jícara, objeto ancestral y sagrado

La jícara

¿Cuántas veces no hemos visto las sagradas jícaras en numerosas ceremonias yorubas? Y es que es un objeto ancestral con innumerables usos en los rituales santeros, y es igualmente, un exponente de muchas otras creencias, pues ha sido utilizado para fines espirituales por cientos de años.

De hecho, en algunas culturas se le conocía como toruma y era un excelente instrumento de cocina para servir café o chocolate.

En el culto yoruba, las jícaras fueron las soperas originales en las que nacieron los Orishas, símbolo ancestral de humildad y fe.  

La jícara, se confecciona del árbol de Güiro, el fruto nombrado Güira. Este se deja secar y se corta a la mitad para diferentes usos, entre ellos ser utilizado como vasija. Posee un color oscuro y su corteza es muy resistente. Los awoses le llaman ibba.

Y como explicábamos no es solo un instrumento artesanal de adorno, sino que cumple muchas funciones dentro de las distintas religiones, y encierra un gran significado espiritual.

La jícara y sus usos espirituales

Dentro de la religión la jícara se usó para varios fines y en muchos rituales, tales como dar omi tuto en ceremonias como: la Tefa de Orula, el asentamiento, el abo faca, e incluso para una sencilla consulta con los oráculos ekuele o diloggún.

En ella se toma agua o aguardiente y se les sirve para comunicarse con los Orishas o Eggunes.

Los babalawos las utilizan cuando consultan los oráculos y colocan dentro de ellas sus instrumentos de adivinación. Las jícaras se incluyen también en cualquier ritual palero.

Patakí de Orula y la Ibba

Cuenta el patakí que en la sagrada tierra de Ife, Orula paseaba entre la vegetación del monte donde encontró una güira y un gran río.

El sabio Orunmila observó a la güira y le aconsejó que debía hacer ebbó, solo así podría sobrevivir de su caída al río.

La güira orgullosa no hizo caso al sabio y sin tomar en cuenta que la palabra de Orula jamás cae al piso, le contestó que no, que allí donde ella vivía estaba cómoda, a lo que Orula se encogió de hombros y siguió caminando.

El sabio se encontró a la ibba y le aconsejó lo mismo, pero ibba sí hizo caso y se hizo ebbó, y justo como le dijo el consejero, se cortó a la mitad.

Días después se desató una gran tormenta, entonces la ibba que había hecho ebbó comenzó a flotar sobre el río caudaloso e inundado, mientras que la güira cayó sin flotar hasta el fondo del río.

Es por eso que si se tira una güira al agua siempre irá al fondo, mientras que si se pica y se hace Ibba flotará. Orunmila desde entonces nombró a la ibba como portadora del agua y en ella, según la leyenda, nacen todos los orishas.

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