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La Secta Abakuá y su vinculación con los sucesos de 1871 en La Habana

Abakuá los ñáñigos

´´Los lugares como los hombres adquieren cierta celebridad y renombre, por los sucesos en ellos o que por ellos se suceden, que la historia no debe prescindir de mencionar´´ (…)

Con estas sabias palabras de Máximo Gómez evocamos las 13 almas de los jóvenes cubanos que fueron privadas de la vida mediante el fuego y la mira del Cuerpo de Voluntarios de La Habana.

Mientras la Federación Estudiantil Universitaria realiza cada año una peregrinación que parte de la escalinata de  la Universidad de La Habana y finaliza en el mausoleo erigido en honor a los ocho estudiantes de medicina, los ñáñigos acuden al cruce de las calles Morro y Colón en la Habana Vieja con la finalidad de rendir tributo a los cinco Abakuás caídos en este mismo lugar, quienes trataron de impedir con su propia sangre que se consumara el infame hecho mediante una pequeña rebelión  armada.

Los nombres de los Abakuás permanecen aún bajo el anonimato no siendo así su valor y su espíritu justiciero.

Se conoce que entre los futuros galenos se encontraba un ñáñigo blanco, cabe destacar que este tipo de membresía era otorgada a pocos hombres de ese color de piel llamado: Alonso Álvarez de la Campa y Gamba, quien pertenecía al juego Akanarán Efó Muñón, hecho demostrado gracias la investigación del destacado historiador Serafín Quiñones.

Los otros estudiantes de medicina implicados en el hecho se nombraban Anacleto Bermúdez, Eladio González Toledo, Ángel Laborde Perera, José de Marcos Medina, Juan Pascual Rodríguez, Carlos de la Torre y Carlos Verdugo, los cuales se encontraban en la flor de la juventud.

Este crimen se recoge como uno de los sucesos más tristes y sangrientos dentro de la idiosincrasia cubana

Los gérmenes de la furia del Cuerpo de Voluntarios tuvieron lugar a raíz del levantamiento independentista cubano desatado el 10 de octubre de 1868 hecho que desencadenó una ola de brutales represiones contra el pueblo.

Esta agrupación militar fue la encargada de protagonizar años después la masacre del Teatro Villanueva que tuvo lugar el 22 de enero de 1869, acontecimiento que dejó decenas de heridos y cuatro muertos.

El 23 de noviembre del año 1871 los jóvenes galenos acudieron al Antiguo Cementerio de Espada, con el fin de esperar el siguiente cambio de turno, pues el profesor que debía impartirles la sesión de clases no había podido asistir a la universidad ese día, 4 de ellos tomaron el carro que transportaba los cadáveres por el interior del camposanto hasta la sala de disección anatómica, uno arrancó una flor y otros dos simplemente recorrieron el lugar.

Los jóvenes fueron sometidos a una corte marcial militar. El crimen del que se les acusaba era de la profanación del sepulcro del periodista español Gonzalo de Castañón.

La defensa de los acusados corrió a manos de Federico Capdevila, quien no solo demostró su inocencia pues también consiguió que las sentencias arremetidas contra estos fueran leves.

Los Voluntarios no contentos con el veredicto convocaron a otro consejo para que fuesen nuevamente procesados.

Siendo finalmente sentenciados 8 estudiantes, de los cuales tres fueron escogidos al azar, condenándolos a la pena de muerte por fusilamiento, entre estos figuraba Carlos Verdugo quien no se encontraba en la Habana el día que tuvieron lugar los sucesos.

Otros 35 estudiantes pertenecientes a la misma facultad fueron condenados a diversas penas de cárcel, entre estos se encontraba Fermín Valdés Domínguez quien reflejó años después este cruento hecho en un libro el cual utilizó para hacerles justicia a la memoria de sus compañeros caídos, siendo este además el responsable 16 años posteriores al asesinato, de hallar los cadáveres y darles sepultura a sus condiscípulos.

La intervención de los ñáñigos marcó un antes y un después en la historia

El 27 de noviembre de 1871 minutos antes de que se llevara a cabo el paredón, cinco Abakuás armados irrumpieron en el lugar de los hechos en un arrojado intento por impedir el desenlace fatal de tan penosa situación.

A pesar de que los ñáñigos eran solo 5 hombres contra un pelotón de fusilamiento y demás oficiales, la historia reconoce que fueron superados en número y armas por los españoles, pero jamás en valentía y humanidad, estos grandes cubanos cayeron junto a los ocho estudiantes de medicina en un acto de sublime sacrificio, honrando su hombría y su inquebrantable promesa de hermandad.

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