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Plegaria para entregar a Dios a un moribundo y que descanse en paz

Oración para entregar a Dios a un moribundo

De la muerte mucho se contempla, pero poco se habla, pues el solo pensar en el fin de la vida provoca que como popularmente se dice, se ericen los pelos de pies a cabeza.

Muchas son las hipótesis que se rumorean respecto al momento de partir hacia otro mundo mejor, pero a ciencia cierta nadie ha podido afirmar que sucede una vez que nuestras almas dejan este mundo.

Misterio que sigue causando curiosidad, pero que ningún ser humano desea experimentar en carne propia, pues sabe que no habrá vuelta atrás.

Los pocos que han tenido la oportunidad de regresar de los brazos de la muerte se abstienen en emitir declaraciones.

Hecho que nos hace pensar en que quizás ese instante en que dejamos de respirar, nuestra memoria se detiene en espera de la entrada al cielo o el regreso a la tierra.

Lo cierto es que mientras para unos la muerte deja desconsuelo y lágrimas, para otros se convierte en un esperado alivio.

¿Cómo rezar a un moribundo para que su alma encuentre paz?

La oración para aceptar la muerte es una plegaria cristiana que pronuncian algunos moribundos.

En la mayoría de las ocasiones es la familia la que desesperada acude a Dios para que tome partido y deje descansar al que agoniza, donde se pide:

  • La redención de los pecados,
  • el fin del sufrimiento y
  • la gloriosa entrada del alma al reino de los cielos.

Oración para aceptar la llegada del Descanso Eterno

También nosotros, Señor, descenderemos a la tumba cuando, como y donde te plazca.

Que sean cumplidos tus justos decretos:

¡Qué nuestros cuerpos pecadores se conviertan en polvo, pero en tu gran misericordia, recibe nuestras almas inmortales, y cuando nuestros cuerpos resuciten, llévalos a tu Reino para que puedan amarte y bendecirte por siempre!

Amado Padre mío y Dios mío, Señor de la vida y de la muerte, que con decreto inapelable has establecido que los hombres todos muramos como castigo justo por nuestros pecados.

Mírame aquí, postrado ante ti.

Desde el fondo de mi corazón, aborrezco mis pecados pasados, por los cuales he merecido la muerte muchas veces; muerte que acepto como expiación por mis pecados y como prueba de mi sumisión a tu voluntad adorable.

Señor, felizmente moriré en el lugar, momento y forma en que Tú lo desees.

Y hasta que llegue ese momento, aprovecharé el resto de mis días para luchar contra mis defectos y crecer más en tu amor, para romper los lazos que atan mi corazón a las criaturas y así preparar mi alma para cuando aparezca en tu presencia.

Desde este momento me abandono sin reservas a los brazos de tu paternal providencia.

Señor, Dios mío, ya desde ahora acepto de buena voluntad como venida de vuestra mano, cualquier género de muerte que os plazca enviarme, solo te pido que alivies en mí, las angustias, las penas y los dolores.

Amén.

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