Naná, también conocida como Naná Burukú es la abuela sabia, la fortaleza y el conocimiento ancestral en la religión yoruba, sincretizada en Cuba, con la Virgen del Camino, ambas deidades son símbolos identitarios cubanos.
Naná Burukú es una Orisha y se le atribuye poderosa espiritualidad, pues rige en los ojos de agua, las desembocaduras de los ríos, los pantanos y en las lagunas.
Es también, mediadora entre la vida y la muerte. Y es que Naná es una antigua fuerza poderosa que va sobre todo en la cabeza del creyente.
Ella es anterior a la llegada de Oduduwá a Ilé Ifé y se dice que su alimento es el espíritu de los seres. Sus atributos son un cuchillo de caña brava, un majá enroscado alrededor de la tinaja, un estómago de metal y el Ibirí (ramo de hojas de palma o paja de la costa curvados con adornos).
Sincretismo y cultura afrocubana, la Virgen y la Orisha
Como parte del proceso de transculturación siempre presente en la identidad cubana, los Orishas son sincretizados con los santos católicos.
Y es que, desde la llegada de los esclavos al nuevo mundo, los colonialistas les prohibieron practicar su religión, pero ellos siguieron mostrando su devoción a sus deidades mediante las imágenes de la religión católica.
Y así Naná Burukú, la abuela Orisha, se sincretiza con una de las vírgenes simbólicas del pueblo de Cuba, la Santa Virgen del Camino, una advocación mariana de España.
Se dice que la santa es vista como la patrona de la región de León, en España y considerada por sus sabias y justas decisiones. A ella le rezan en busca de consuelo y mejoras laborales.
El Vaticano nombró a la Virgen del Camino patrona de la Región de León desde 1914 e incluso existe allí, una Basílica en honor a la virgen, que pertenece a la orden de los Dominicos.
Los cubanos tienen su propia Virgen del Camino
En Cuba, la Virgen del Camino es símbolo de La Habana, vista en una escultura de la artista Rita Longa que existe desde 1948 rodeada de enigmas.
El misterio de su construcción apunta desde un tributo en recordación a los españoles de León que residían en la capital cubana, al homenaje a una virgen de madera que sobrevivió a un incendio.
Pero los cubanos la veneran sin importar los secretos que la rodean, como a una madre benevolente y profeta de buenos caminos y excelentes oportunidades.
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