Durante los años cincuenta una cienfueguera paralizaba las calles con sus pregones, Olga Moré radicada en Los Sitios había tenido que tomar una decisión trascendental para sobrevivir, la vida se había encargado de ponerle fuertes pruebas en su camino, siendo el fallecimiento de su esposo una de las más duras a enfrentar.
Olga había enviudado y sobre su espalda recaía la responsabilidad de sacar sola adelante a sus hijos y a su madre anciana.
La historia de una mujer con una increíble fuerza de voluntad
Una mañana de esas en las que uno siente que el mundo se le viene encima, Olga comprendió que lamentar su mala suerte no pondría comida sobre la mesa y sin sospecharlo la solución a su dilema estaba ante sus ojos.
Mirando el fogón supo que su sustento estaría en hacer tamales, pues en esa época este era un oficio que para su suerte no había sido lo suficientemente explotado.
Tomó una bolsa, algo de sus últimos ahorros y salió en búsqueda de maíz con la plena seguridad de que la suerte estaba echada.
De regreso del mercado preparó sus primeros tamales y a partir de entonces nunca más pudo dejar de hacerlos, pues estos tuvieron una gran demanda, tan famosos fueron que pasaron a la historia inmortalizados en pregones, canciones y hasta décimas.
Orquestas como la Aragón y los músicos Félix Reina y Fajardo hicieron famosa a Olga y sus tamales:
Pican, no pican los tamalitos que vende Olga.
Olga y su vida religiosa de gran fe
Poco se conoce sobre las consagraciones religiosas que Olga pudo haber recibido, pero sí se sabe que fue una gran devota de Obatalá, la Virgen de Regla y la Caridad del Cobre.
Esta famosa cubana fue un ejemplo a seguir para el mundo y a pesar de venir de un sector humilde supo salir adelante con su esfuerzo.
Olga siempre se dejó ver vistiendo ropas claras haciéndole con esto, homenaje a la Virgen de las Mercedes, Santa con la que fue sincretizado Obatalá el Orisha dueño de todas las cabezas y de la inteligencia humana, deidad que de inteligencia favoreció en demasía a Olga, quien nunca dejó que las burlas, las opiniones y la falta de dinero la amilanaran.
Con la fe en sus santos y la fuerza de voluntad que siempre la acompañó, Olga la tamalera supo callar las bocas de quienes no simpatizaban con su persona, que a partir de entonces no solo tuvieron que verla vender tamales, sino también escuchar las canciones que en su honor habían sido compuestas.
- Compartimos a continuación una canción en su honor: