En la religión yoruba es Oshosi un guerrero justiciero, el que, con sus armas de poder, el arco y la flecha caza lo bueno y lo malo para guiar a los religiosos por el buen camino.
En esta historia Oshosi era un gran cazador, pero como nunca había conocido a sus padres pensaba que no los tenía y que como nadie le había dicho nunca nada, suponía que no había nacido de nadie.
Pataki donde Oshosi enfrentó el poder del padre blanco Obbatalá
Un buen día Obbatalá, el padre blanco y guía de nuestros pensamientos en la Osha, fue a buscar a Oshosi disfrazado con piel de venado, y en la frente se puso un espejo y se internó en la espesura del monte.
Oshosi que estaba siempre en el monte de pronto escucha un ruido y al ver un destello de luz ve a un venado y le comienza a disparar.
Pero mientras más le tiraba al venado con sus flechas menos lo podía atrapar.
Obbatalá comienza a cantar:
Bansemi Semi Bansemi Semi, Eke Eke Omo Eyaluko Egue Gui Omo Temi…
En ese canto Obbatalá le decía a Oshosi que él tenía un padre y que era él.
Cada vez más se acercaba Obbatalá vestido de venado a Oshosi y este seguía lanzando flechas, pero nunca acertaba.
Cuando Obbatalá estaba muy cerca de Oshosi alzó la vista hacia él y deslumbra su mirada con el espejo que llevaba en su frente.
Oshosi se arrodilla, deposita su arco y flecha en la tierra y canta:
Bansemi Semi Boromi Romi Aruciko Kekiko Erosibaba Karere, Erosibaba Yaloko
Erosibaba Temini…
Que se traduce: Ya estoy vencido, ya hallé a mi padre.
Y Obbatalá le contesta:
Hasta las hojas de los árboles tienen padre y madre, la tierra es su madre y el agua es su padre, porque ambas le dan vida al árbol.
En esta vida nadie está solo y siempre tendremos quién nos domine.