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Los Hijos de Orula no comen ni pulpo ni cangrejo: Pataki de Otura Meyi

Otura Meyi hijos de Orula

Este pataki se desarrolla en tiempos en que los incrédulos desarrollaban una sangrienta cacería sobre los practicantes religiosos.

Pues estos consideraban que:

La fe era innecesaria cuando había otras labores prioritarias en las que enfocarse, en vez de estar perdiendo el tiempo en la adoración de dioses paganos.

El camino donde los hijos de Orunmila respetan al pulpo y al cangrejo

Orunmila era el principal blanco en esta cacería.

Conforme pasaban los días menos oportunidades aparecían para escabullirse de la tropa enardecida, viéndose acorralado ante tanta presión escapó de su pueblo llevando su Ifá oculto en una faja que colocó disimuladamente sobre su cintura.

Los manifestantes que se habían percatado de la partida de Orunmila comenzaron a perseguirlo, pues mientras este permaneciese vivo continuarían vigentes las prácticas de la fe yoruba sobre la tierra.

Orula al saberse perseguido por la tribu de incrédulos colocó oculto en una cueva de cangrejos su Ifá.

Con la esperanza de resguardar así el secreto religioso que poseían sus prácticas, velando que este no cayera en manos equivocadas.

El Orisha adivino continuó el camino corriendo pues cada vez el enemigo se divisaba más cerca.

Al llegar a un barranco bañado por el mar y al encontrarse sin otra alternativa, se arrojó al agua.

El gran adivino de Ifá fue salvado por el pulpo y Orula le hizo una promesa

Al ser abrazado por las olas perdió la conciencia y un pulpo que observaba todo el espectáculo derramó su tinta sobre la silueta del cuerpo del oráculo.

Protegiendo con este acto al gran adivino de Ifá, impidiendo así que fuese descubierto por los incrédulos mientras estaba en el mar.

Los enemigos de Orunmila al acercarse al barranco no encontraron señales del adivino ni por tierra ni por mar, quedando convencidos de que había muerto en el intento de salvarse.

De repente el Orisha recuperó la conciencia y al ver que había sido salvado por el pulpo, prometió a este que:

Mientras el mundo fuese mundo, ni él ni ninguno de sus hijos lo comerían.

Antes de emprender un nuevo rumbo hacia tierras lejanas Orula fue hasta la cueva del cangrejo para recuperar su Ifá y al llegar al sitio en cuestión comenzó a rezar para que el cangrejo lo ayudase y este con sus pinzas le entregó una a una sus semillas consagradas.

Entonces el oráculo prometió ofrecer al cangrejo el mismo respeto que profesaría al pulpo.

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