Una gran casona estilo colonial fue erigida en Remedios, ciudad ubicada en el centro de Cuba, cerca del año 1859.
Augusto Fisné su propietario fue quien se encargarse de dar vida a los planos que corresponderían a la que sería su última residencia.
El hombre proveniente de Francia se había adentrado en Cuba a mediados del siglo XIX, en búsqueda de algo más que suerte y fortuna, pues desde su posición de noble acaudalado deseaba encontrar un amor que lo acompañase hasta el fin de sus días.
Y sin saberlo, fue la mayor de las Antillas la que le brindaría el privilegio anhelado.
La historia de Fisné y la doncella que le robó el corazón
A su llegada a Remedios, Augusto comenzó a rodearse de los más altos estratos sociales, acudiendo a tertulias y citas donde entre conversaciones de negocios y ron surgía un espacio para deleitarse con la belleza que caracterizaba a las aristocráticas damas.
Fue una de las más calladas flores, la que sin saberlo se robaría el corazón de Fisné, aquella que dejaba a un lado las conversaciones para expresarse a través de las teclas del piano.
No tardó mucho para que la hermosa pareja viese su amor consumado en sagrado matrimonio y fuesen a vivir a la distinguida residencia de dos pisos.
Casona que cumplía con los estándares arquitectónicos de la época y sobre la que años más tarde se tejería una fascinante leyenda de amor.
El sonido melódico del piano era el deleite preferido de los recién casados
Todas las tardes piezas clásicas de variado repertorio acompañaban a los amantes.
Una mañana de verano después de incesantes lluvias, la bella dama asumiría un lecho permanente, azotada por los desmanes de las arbovirosis (virus transmitido por insectos) y sus secuelas, quedó completamente incapacitada.
Los doctores no encontraban remedios que mitigaran la dolencia de la esposa, pero su marido impulsado por quien sería su más grande amor, perfeccionó sus conocimientos musicales y regaló a su amada una pieza por día hasta su muerte.
Al paso del tiempo Augusto contrajo una enfermedad de la que poca información ha podido obtenerse, la que lo condujo como era su deseo a los brazos de su amada.
Misterios que se esconden entre palomas y melodías de piano
Cuentan los esclavos que continuaron trabajando en la casona que la tarde que el francés dejó este mundo dos palomas penetraron el lugar y resolvieron anidar en el techo interior de la vivienda.
Por tal motivo los lugareños comenzaron a llamar el lugar como el palomar de Remedios, lo que fuese motivado también por el diseño señorial y esbelto con el que fue construida la vivienda.
Algunos esclavos ofrecieron testimonio a los vecinos que en noches señaladas se escuchaba el piano.
Instrumento que fuese sagrado para Augusto y que nunca más volvió a usarse desde la muerte de su esposa.
Así entre melodías y palomas surgiría una leyenda de amor que aún tiene cabida en nuestros días.