
Relata el pataki que Ejiogbe no podía vivir en su reino, pues se encontraba asechado continuamente por la presencia de sus enemigos, quienes siempre mantenían vigiladas sus acciones al pie de la letra.
Estos eran muy poderosos y claramente lo superaban en número, pero jamás en valor.
Algunos se posesionaban como hombres de muy alto nivel social y económico, motivo por el cual compraban a algunos pobladores remunerándolos para que difamaran al monarca abiertamente.
Algunos pobladores segados por la ignorancia y la avaricia aceptaban el dinero y acometían el encargo sin percatarse de los muchos logros que se habían alcanzado bajo el mandato del rey Ejiogbe y de los actos de bondad y misericordia que día a día este desarrollaba desinteresadamente.
Pataki: El Rey Ejiogbe parte a otras tierras lejos de sus Enemigos
La situación que se vivía en el pueblo era insostenible para el rey pues el asedio hacia su persona cada minuto que pasaba iba en aumento, por lo que se vio obligado a partir de su tierra y establecerse poco tiempo después en otro reino lejano.
A su llegada a nuevas tierras comenzó a ejercer el uso de sus talentos como consejero, fama que llegó a los oídos del monarca de ese pueblo, quien lo invitó en varias ocasiones al palacio para que le sirviera de guía en la toma de sus propias decisiones.
A pesar de su éxito en otras tierras Ejiogbe siempre se mantuvo al tanto de su pueblo natal y en su corazón guardaba cierta tristeza pues sus logros en dicha región se habían desmoronado a su partida.
Olofin pide al Rey que regrese a ocupar su trono y lo recompensa:
Por este motivo Ejiogbe fue citado por Olofin en su palacio, reunión que se realizaba para analizar las desgracias que vivían sus antiguos súbditos.
Por ello el Orisha supremo pidió al rey que regresará a ocupar su trono y que no se preocupase por sus antiguos enemigos pues de estos se encargaría él en persona.
Olofin alabó las buenas acciones de Ejiogbe en su tierra natal a la par que, en tierras lejanas diciéndole al sabio hombre que sería recompensado por sus actos de misericordia con los que de forma inconsciente engrandecía su palabra.
Ejiogbe aceptó con fe las palabras de Olofin y partió hacia su nuevo destino.
Al llegar a su antiguo pueblo encontró hambre, devastación y ruinas, pero con empeño y trabajo duro logró rescatar su esplendor, poco tiempo después volviendo a reinar la prosperidad y la armonía en él.
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