
Ogbe Yono era un hombre muy orgulloso, este pensaba que solo podía relacionarse con aquellos que estuviesen a su mismo nivel adquisitivo considerándose siempre superior a los demás.
En cierta ocasión llegó a su casa un limosnero pidiendo que por caridad lo consultara, Ogbe Yono como no tenía ningún derecho que ofrecerle se negó a hacerlo.
Pataki del limosnero que se hace rico en Ogbe Yono
El limosnero, quien necesitaba ser consultado fue a casa de otro Babalawo y este al ser más humilde se compadeció de su estado y lo ayudó.
El Oluo le marcó la realización de un ebbó, el que debía entregar en la puerta de un castillo.
El limosnero asustado le dijo que de hacer eso podría ser sorprendido, entonces el sacerdote le explicó:
Quizás sean esos los planes que Ifá tiene para ti, pero ni tú ni yo podremos saberlo hasta que suceda.
Entonces sin más el limosnero salió con su ebbó de camino hacia el castillo, una vez allí lo depositó y acto seguido fue detenido por los guardias del palacio, quienes lo llevaron ante el rey para aclarar toda la situación.
Cuando se hace ebbó, Ifá nos encamina hacia nuestro verdadero destino
El rey al ver al limosnero le preguntó qué era lo que él había dejado en la puerta de su castillo, a lo que este contestó que era un cartucho con todas las limosnas que había recogido durante el día.
El rey incrédulo mandó a sus soldados a buscar el cartucho y a abrirlo y efectivamente este contenía las monedas.
Intrigado le preguntó al limosnero si tenía familia y este le contestó que vivía con su padre que era un hombre mayor y además tenía dotes de adivino.
El monarca entonces sintió la curiosidad de comprobar si esto era cierto y lo convocó al palacio.
A la llegada el anciano se sentó al lado de su hijo y al ver que el rey se encontraba incómodo, le dijo:
Rey, usted no puede sentarse bien porque está enfermo, yo le sugiero que haga rogación con hierbas medicinales para que se alivie su mal, el rey así lo hizo y a los pocos días estaba curado.
No se debe vivir desde el desprecio, sino desde la humildad
Debido a la honestidad de ambos y a las virtudes del anciano, el rey se interesó por su pasado, por lo que le preguntó al limosnero como había sido su vida y este le contó todo incluyendo el desprecio que había sufrido a manos de Ogbe Yono.
El rey ofendido mandó a buscar al Oluo y lo hizo disculparse en público por tal ofensa.
El monarca invitó al limosnero y a su padre a vivir en su corte y ser sus consejeros, poniendo fin de esta forma a los años de escasez que estos vivieron.
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