Oshún es una Orisha de cabecera de la mitología yoruba y forma parte del Panteón yoruba, las aguas del río de su mismo nombre corren en las cercanías de Nigeria, en Ijesá y Ijebu.
Es Oshún la Diosa del Amor y de los Ríos, a quien también se le conoce por su poder para controlar la fertilidad y la fecundidad, por lo que muchas son las mujeres que cuando buscan la maternidad le piden a esta divinidad un hijo sano y fuerte.
Mientras, Elegguá es el mensajero de los dioses, el guerrero que abre los caminos y dueño de la fortuna humana. En muchos de sus caminos, esta deidad se une a la Orisha de los Ríos y tienen una buena relación de amistad.
Es Elegguá el protector de Oshún y el que la acompaña por montes y caminos para que esté segura.
Patakí de Elegúa y Oshún
Cuenta la leyenda yoruba que después que nacieron los Ibeyis, las personas comenzaron a maldecir a Oshún y a decir que solo los animales parían más de un hijo. Tanto la ofendieron que la joven madre entró en una intensa depresión y regaló sus hijos a Yemayá, la dueña del mar, confiándoles su cuidado.
Ella por su parte, se quedó viviendo en las calles. Así la encontró un día Elegguá, sumida en la más absoluta miseria y muriéndose de hambre.
Elegguá siempre había sido el amigo incondicional de Oshún y decidió protegerla, la recogió de las calles y la llevó a su casa.
Una vez en su hogar, Elegguá quiso darle algo de comida a su amiga para que levantara el ánimo. Pero se dio cuenta de que solo tenía chivos machos en lugar de las chivas que comía siempre Oshún, de carne blanda y delicada.
El engaño de Elegguá
Pero Eleguá no podía ver a Oshún morir de hambre, así que le dio la carne de los chivos y nunca le dijo realmente lo que estaba comiendo.
Así pasaron muchos días hasta que Oshún descubrió el engaño de Elegguá y decidió castrar a todos los chivos para que su carne se volviera dulce y jugosa.
Y desde entonces, en agradecimiento a Elegguá por salvarla de las calles y en recordatorio al tiempo que pasó en su casa, Oshún come chivas y chivos castrados.