Ni Obatalá ni Oggún, solo Orula se convirtió en el verdadero Rey

Cuentan los primeros Orishas que existió un pueblo gobernado por Obatalá que pasaba muchas necesidades, el hambre y la insalubridad se encontraban a la orden del día y esta era una situación que nadie podía controlar.

Pataki donde Orula se convierte en Rey de un pueblo gracias a su bondad

Las personas ya comenzaban a desesperarse pues no veían en el rey ningún interés en ayudarlos a cambiar sus vidas.

El pueblo se reunió con el monarca para llegar a un acuerdo que los beneficiara y pudieran mejorar su calidad de vida.

Obatalá respondió que él no tenía nada que hacer por ellos respecto a los alimentos que lo único que podía ofrecerles era agua para calmar su sed y así lo hizo, hecho que creó gran descontento entre las masas.

Los aldeanos se manifestaron en contra del rey, arremetieron contra el palacio real y amenazaron con tomar justicia por sus propias manos, pues no estaban contentos con su mandato.

El pueblo quitó del mandato a Obatalá y designó a Oggún al nuevo reinado

Y fueron directamente al pie de Olodumare para que les enviara otro monarca que, sí resolviese sus necesidades, pidiendo como primer candidato a Oggún, el Orisha dueño del hierro y el trabajo, por considerarlo apto para desempeñar este puesto con éxito.

Oggún estuvo de acuerdo con la elección, pero sus métodos de trabajo de sol a sol fueron agotando al pueblo que se encontraba hambriento.

El Orisha todo quería resolverlo a golpe de martillos y yunques, estrategias que al pueblo no lo complacía.

Cuando estos le reclamaron por comida el Orisha les dio unos maderos para que se saciaran.

Ofrenda que no era comestible ni suplía sus necesidades por lo que se armó una nueva rebelión pues estos consideraron este acto como una gran falta de respeto.

Orula se convierte en Rey y llega la felicidad para todos

Al ver que su situación no mejoraba una representación del pueblo fue a visitar a Orunmila para que los ayudase a solventar su situación mediante la palabra de Ifá.

Orunmila al ver su situación sintió mucha pena por lo que entregó a estos, dos chivas que le había sacrificado a su Ifá y el pueblo se las repartió en partes iguales.

En agradecimiento a este gesto de bondad que tuvo el adivino con ellos el pueblo decidió hacerlo rey pues consideraban que Orunmila si les resolvería sus problemas y así fue.

El pueblo estaba contento con el mandato de Orula por lo que se convirtieron en fieles devotos de sus convicciones.

El hambre y la miseria fueron desplazadas por el desarrollo de los comercios y el trabajo bien remunerado y desde ese día todos alcanzaron la felicidad que merecían.