La Virgen de Regla, sincretizada en la religión yoruba con la orisha Yemayá, es conocida como reina de las aguas, protectora de los navegantes y conciliadora de las mareas.
La Virgen de Regla es la patrona del pueblo que lleva su nombre frente a la Bahía de La Habana, en Cuba.
Viste de azul y es uno de los exponentes de la transculturación, de las raíces afrocubanas de esta Isla y del mestizaje criollo, al ser identificada con Yemayá.
En 1696, la bahía de la Habana encontró a su protectora, y la Virgen llegó al pequeño templo. La escultura fue traída desde España por Don Pedro de Aranda y Avellaneda.
Desde ese momento se popularizó la imagen de la patrona de la bahía y llegaban los navegantes desde cualquier remoto lugar de Cuba, a suplicarle su protección.
Hoy, nada ha cambiado, el culto a la Virgen se ha hecho más fuerte y se ha arraigado en los cubanos, que llegan desde los más apartados lugares a rendirle homenaje.
Devoción y fe en toda Cuba
La Virgen de Regla es protagonista de las creencias afrocubanas por su identificación con la orisha Yemayá, que fue la que apartó las aguas por encargo de Dios (Olofin).
Por eso la devoción de los navegantes a ambas deidades, pues son símbolos ante las tempestades e invocadas como refugios en las tormentas.
Y como tributo es ya una tradición patronal en Regla, dedicarle varias jornadas de festejos y homenaje a aquella que bendice a la comunidad.
Las fiestas patronales a la Virgen de Regla se festejan anualmente desde el 8 de septiembre de 1696, cuando se ubicó en el Santuario la imagen actual de la Virgen.
Se considera una fiesta religiosa, circunscrita al templo católico.
Sincretismo en azul: Virgen de Regla y Yemayá
Azul es el color que visten cada 7 de septiembre los devotos de Yemayá y que forman parte de la procesión de la Virgen de Regla a la cual llevan flores y ofrendas.
Algunos entran al mar para recibir las bendiciones de las aguas.
Para los yorubas, Yemayá es la madre de todos los hijos en la tierra, pues también representa la maternidad y la fertilidad. A ella también acuden las madres pidiendo la protección para sus pequeños.
Benditos sean los hijos de Yemayá, que son de carácter fuerte y rigurosos, bienaventurados en la vida, pero inestables en el amor.