Shangó es un líder Orisha por naturaleza, un Osha guerrero sumamente venerado y representante de la danza, los truenos, del rayo, el fuego y la belleza masculina más viril.
Es el Orisha de la justicia y en la historia, es uno de los reyes de la religión Yoruba que representa la alegría de vivir de manera intensa, la belleza masculina, la pasión, la inteligencia y las riquezas.
Los santeros indican que Shangó se asocia a la razón, el conocimiento y el intelecto, así como los valores de la justicia y el derecho.
Pero como también simboliza la masculinidad en su estado más puro, muchos de sus patakis, narran sus batallas por el amor de las mujeres, por el baile y la diversión.
Los 3 Amores de Shangó
Oshún, la diosa del Amor, Oyá, la deidad de la Centella y Obba, la diosa de los lagos y los espíritus, están entre las principales féminas que comparten historias de amor con Shangó.
Pero de ellas, la que se considera como su primera y principal esposa es Obba, dueña de los lagos que habita el cementerio y los montes y que simboliza el sacrificio por el amor más puro.
Pataki: La verdadera esposa de Shangó, la Diosa Obba
Cuenta este patakí que el padre de Obba le dijo que ya era tiempo de escoger marido, y ella ya tenía en mente al hombre de su vida.
Y es que cuando Shangó y ella se conocieron, al momento surgió una atracción que dio paso a un amor profundo. Pero él vivía con Oyá, la guerrera de los muertos.
No obstante, Shangó estaba tan enamorado que se casó con Obba y al principio, su unión fue feliz. El rey del tambor dejó sus andanzas con Oyá y se dedicó por entero a su nueva esposa.
La vida matrimonial de la pareja era feliz, Obba bajaba todas las mañanas al río para encontrarse con su hermana Oshún, y las dos se contaban sus secretos mientras se bañaban en las aguas del río.
Oyá, rabiosa por haber perdido a Shangó, las veía y no podía contener la envidia, porque esa mujer tan bella había logrado casarse con el amor de su vida.
La venganza de Oyá la guerrera
Un día, la Diosa de la Centella tuvo un sueño fatídico de venganza. En espíritu, se trasladó a la morada de los Eggun, y, en el desierto cementerio, encontró la solución para reconquistar el amor perdido.
A la mañana siguiente, fue al encuentro de sus hermanas y ganó la confianza de Obba, pero no pudo en cambio engañar a Oshún, quien rápidamente alertó a la esposa de Shangó de las malas intenciones de la guerrera.
Pero Obba estaba encantada con Oyá que le daba consejos y recetas de las comidas favoritas de Shangó para hacer muy feliz a su marido.
Un día Oyá le aconsejó que si Obba cortaba su oreja y la preparaba con maíz complacería infinitamente a su esposo.
Y aunque a Obba le pareció muy raro el consejo, le creyó y se apresuró a cortarse la oreja. Luego preparó con ella un caldo de maíz.
Shangó repudia a Obba para siempre
Al llegar Shangó a su palacio, encontró la mesa servida y su plato favorito en ella, el cual él comió con gusto, aunque sin dejar de observar a su mujer, a quien encontraba distinta.
Se dio cuenta entonces de que Obba llevaba un pañuelo puesto de nueve colores que le tapaba las orejas, cosa que nunca usaba, pues a Shangó le encantaban sus trenzas largas y su cabello sedoso y le pidió que se lo quitara.
Al verla sin una oreja se enfureció, pues él, perfecto en su belleza, no consentía a su lado a una mujer imperfecta.
Shangó la abrazó por última vez, y le dijo que ella sería su única y verdadera mujer por su inmenso sacrificio, pero no tendrían más relaciones.
Obba, comprendió entonces el engaño y avergonzada, fue al palacio de su sabio padre Obbatalá y le pidió:
«Quiero irme a donde nadie pueda verme. Quiero vivir con los muertos, con los espíritus, con quienes no me puedan hacer ningún daño. El cementerio será, de ahora en lo adelante, mi ilé (casa)”
Así Obba se fue a vivir cerca de los sepulcros, en soledad y sufriendo amargamente el desamor del rey del rayo.