Cuando el primogénito de Yemayá cumplió siete años esta fue a ver a Olofin para que lo consagrara en la sagrada Regla de Ifá.
Olofin ante tal petición se negó, hecho que provocó gran disgusto en Yemayá la Orisha del océano, quien no estaba contenta con la respuesta obtenida y no iba a darse por vencida tan fácilmente.
Pataki donde la madre del mundo Yemayá, hace lo imposible por su hijo
Yemayá quien quería buscar una solución para su problema pensó en darle algo a Olofin que la hiciera merecedora de que el sabio Orisha le cumpliera su deseo.
Por lo que se puso a observar las ofrendas que otros Orishas le llevaban para ver cuál le causaba mayor conmoción, entonces esta superaría la ofrenda para poder ganarse una segunda oportunidad con Olofin.
Destacando por mucho sobre otras ofrendas unos boniatos que cosechaba Orisha Oko, entonces la deidad africana visitó al Orisha labrador con el fin de obtener el secreto que hacía que sus boniatos fueran mejores que los de los demás santos.
La diosa descubre el secreto de Orisha Oko y comienza su plan
Haciendo uso de sus dotes de mujer la santa lo sedujo llegando a cumplir el propósito de conocer su secreto.
Después que Yemayá conoció el secreto de Orisha Oko para sembrar se dispuso a labrar la tierra con el objetivo de superar los frutos del agricultor con creces, labor en la que se entregó en cuerpo y alma.
Hecho que sucedió verídicamente así, obteniendo esta unos boniatos más hermosos que los del mismo Orisha Oko.
Cuando los boniatos estuvieron listos la santa los recogió introduciéndolos en una cesta de mimbre, la que adornó con muchos lazos creando con sus propias manos un obsequio irresistible ante los ojos de Olofin, con el que podría hacer realidad su deseo.
Olofi acepta el pedido de Yemayá y consagra a su hijo en Ifá
Yemayá entonces visitó nuevamente a Olofin llevando el obsequio consigo, cuando estuvo frente a él le ofreció los boniatos más bellos que el Orisha había visto, alegando que habían sido cultivados por ella misma.
Entonces aprovechó la oportunidad para reiterarle la petición de que le hiciese Ifá a su hijo, hecho que esta vez Olofin no pudo rechazar.
El Orisha le dio a la reina del océano un listado con todo lo necesario para efectuar la ceremonia de consagración y una vez que estuvo todo listo se llevó a cabo el Ifá.
A los siete días el hijo de Yemayá se había convertido en sacerdote de Ifá, hecho que llenó de satisfacción el corazón de la deidad africana.