A través de estos tres patakis pertenecientes al signo Ika Iroso, Ifá recomienda a los religiosos:
La importancia de llevar la vida con disciplina y orden, respetar a todas las personas por igual sin importar la edad que tengan y extender la mano al necesitado, defendiendo las convicciones sin importar si el criterio propio difiere del de los demás.
Resaltando de esta forma la importancia que tiene poseer seguridad en la vida.
Pataki de la Tierra donde no existía el orden.
Existió en una ocasión un pueblo donde no existía el orden ni se respetaban las leyes.
Cada uno de los ciudadanos hacía lo que le apetecía, tornándose el lugar en un caos insostenible.
Olofin quien estaba al tanto de tal situación decidió volcar de a lleno sus fuerzas para resolver este asunto por lo que mandó a buscar a Oggún.
El Orisha dueño del hierro acudió rápidamente ante el llamado de Olofin, encargándole a este la misión de localizar a Osun.
Santo que se encargaría de restablecer el orden de las cosas sobre la tierra, proporcionándoles a los hombres la estabilidad que tanto necesitaban, menester que acometió con inteligencia y éxito.
Ika Iroso, el Odun de las profecías.
Olofin citó a todos los Babalawos de la tierra yoruba, con el propósito que lo registrasen ante Ifá.
El Orisha quien presidía la reunión se encontraba atento a las palabras y consejos de todos los sacerdotes.
Los cuales eran alentadores, pero no esclarecían lo que Olofin necesitaba descifrar.
Ika Iroso quien se había realizado un ebbó antes de asistir al encuentro convocado fue el único que atinó certeramente con su profecía.
En la que advertía a Olofin sobre un peligro muy grande que lo acechaba, indicándole la realización de una ceremonia para frenar los daños que se avecinaban sobre su persona.
Olofin quien fue receptivo ante las palabras de Ika Iroso se hizo el ebbó y salió invicto de la contienda.
Dice Ifá: No maltrate a los niños.
En Ika Iroso aconteció que Olofin al ver los maltratos que sufrían los niños sobre la tierra a manos de sus padres decidió llevárselos a su reino en los cielos, donde estarían seguros y serían más felices.
En castigo al comportamiento de los adultos el Orisha dejó de proporcionarles agua, colocándolos en una situación precaria.
Dando a los padres una lección que jamás olvidarían.