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Génesis aborigen: Caonao y Jagua, una hermosa leyenda de amor

Caonao y Jagua

Caonao, era el cacique de los hombres y dueño de las tierras que se agrupaban bajo el nombre de Cuba, palabra aborigen cuya traducción al castellano significaba tierra grande y sembrada.

Este creció venerando al espíritu del río y gracias a los consejos de su padre se convirtió en un hombre de bien, destacando entre sus virtudes sus insuperables cualidades de guerrero y cazador.

Atributos que lo habían hecho merecedor de convertirse en cacique.

A pesar de todas las virtudes que rodeaban a Caonao, pocas veces se le observaba sonreír, muchos sospechaban que había algo que le faltaba pues sus ojos reflejaban una profunda soledad.

Caonao iluminó su alma con un gran amor

Una mañana comprendió que era lo que lo hacía sentirse incompleto, descubriendo que la falta de un gran amor le ensombrecía el alma.

Sobre sus tierras no habitaban muchas mujeres, pero este nunca perdió la fe de encontrar en un futuro no muy lejano el amor verdadero.

Una mañana mientras cazaba en el bosque se topó con un llano colmado de flores silvestres, de esas que popularmente llamamos brujitas, las que aparecen después de intensas lluvias y se quedó contemplando el paisaje que atesoraban sus ojos.

En su paseo también encontró frutos y comenzó a recogerlos en una canasta que traía consigo, de repente Maroya, deidad indígena hizo su aparición ante el cacique y convirtió el cesto de frutos en una bella doncella, de ojos saltones, mejillas rosadas y un largo cabello negro.

Jagua, el regalo de Maroya la diosa de la luna

Su nombre, Jagua, proveniente de la lengua siboney significaba origen, mina y riqueza y nunca fue un nombre tan acertado como este, pues Jagua trajo a Caonao todo eso que su nombre prometía haciéndolo muy feliz.

Y en honor a esta, el cacique designó el nombre de Jagua al árbol del que provenían los frutos que habían servido de semilla para el nacimiento de su futura esposa.

Desde ese momento el cacique se sintió completo y pudo conocer el valor del amor y comprendió que sin este sentimiento el mundo no tenía sentido.

Maroya, la diosa de la luna lo había premiado con un tesoro que jamás soñó merecer.

Entonces Jagua fue la encargada de muchas tareas en la tribu aborigen, pues esta poseía conocimientos sobre plantas medicinales y su uso correcto ante las enfermedades.

Al ser descendiente directa de Maroya dominaba parcialmente la marea y sabía cuándo era preciso refugiarse de las tempestades marinas.

A partir de la unión de Caonao y Jagua comenzó a extenderse la población indígena en Cuba, leyenda que relata el comienzo del surgimiento de los indígenas autóctonos pertenecientes a nuestra bella isla antillana.

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