En lo profundo del monte vivía un hombre con sus tres hijos, este se dedicaba a la siembra de árboles frutales pues con el comercio de la cosecha solventaba las necesidades de su hogar.
El padre era un individuo de carácter fuerte, cuando este daba una orden era siempre obedecido, pues ante la desobediencia él mismo se encargaba de tomar represalias.
Pataki donde la desobediencia a los mayores se paga caro
Una mañana tras regar su plantación el hombre se dio cuenta que las frutas estaban comidas y magulladas, prometiendo entonces que en el momento en que sorprendiera al intruso que afectaba su cosecha lo mataría por ladrón.
El hombre quien estaba decidido a no dejarse vencer tan rápidamente colocó trampas en los árboles para capturar al ladrón.
Al caer la tarde este divisó a un pájaro negro que se encontraba atrapado entre las ramas haciéndolo prisionero.
Una vez llegado a casa el padre advirtió a sus hijos que quien liberase al pájaro lo pagaría muy caro, por lo que lo dejó encerrado en una jaula y partió hacia su plantación.
¡Nunca te dejes engañar por un parlanchín!
El ave quien era muy parlanchina comenzó a hablar con los muchachos a los que les dijo que, si le abrían muy discretamente la jaula, este les daría corales.
Estos, deseosos de ver si era cierto lo hicieron y el pájaro llenó la jaula de corales.
Luego el pájaro les dijo a los hijos de su captor que si le abrían un poco más la jaula para tomar aire fresco este les daría azabaches.
Los muchachos intrigados cumplieron la petición del ave y esta desbordó la jaula de azabaches.
Los muchachos no podían creer los poderes de ave para proporcionar objetos de valor, este les comentó que si le abrían hasta la mitad la jaula le llenaría la casa de cuentas de colores.
Los chicos cumplieron y el pájaro luego de llenar la casa de cuentas salió volando y escapó sin dejar rastro.
Los chicos preocupados por lo que diría su padre decidieron recoger todos los tesoros que el pájaro les había obsequiado y apilarlos para que cuando este llegase no los reprimiera por desobedecerlo.
Cuando se desobedece el mal viene caminando …
Cuando el padre regresó del trabajo se enfureció al ver que habían dejado escapar al pájaro sin importarle las riquezas obtenidas, por lo que tomó a su hijo mayor y le cortó una oreja como castigo por lo sucedido.
El muchacho al verse sin una oreja fue a casa de Azowano quien era el curandero del pueblo y este le aplicó varios remedios sobre su herida y lo sanó.
De regreso a casa el muchacho se paró en frente del padre y le dijo que no regresaría hasta capturar al pájaro.
Tomó un tambor y medio saco de maíz y se adentró en el monte.
A lo lejos divisó una parvada, acercándose a esta lentamente, de repente se sentó en el suelo y comenzó a echarles maíz a las aves y a tocar su tambor.
Estas una a una fueron cayendo sobre el maíz y bailando, menos el pájaro negro quien se encontraba desconfiado de la situación.
Pero como al muchacho le faltaba una oreja el pájaro no lo reconoció y bajó a comer.
De repente este se abalanzó sobre él capturándolo, al cabo de dos horas el joven estaba de regreso en su casa haciéndole entrega del animal a su padre, quien en recompensa le colocó una nueva oreja de algodón y cera.