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Eleguá, sincretismo con el Santo Niño de Atocha

Santo niño de atocha Eleguá

El 6 de enero se celebra a Eleguá y al Santo Niño de Atocha, por lo que muchos altares se engalanan con juguetes y golosinas dispuestos para dos deidades sincretizadas en la misma imagen de un niño travieso que trae la suerte en sus manos.

En la santería, debido al proceso de transculturación y la necesidad de los esclavos africanos de proteger y salvaguardar su fe, el Santo Niño de Atocha se sincretiza a Eleguá, el 6 de enero, como sucede el 13 de junio, con San Antonio de Padua.

La cercanía entre Eleguá y el Santo Niño de Atocha en la Santería

Elegguá en la religión yoruba es el dueño de los caminos y el destino, es el que abre o cierra el camino a la felicidad y su nombre significa “el mensajero príncipe.”

Es la protección primera, ya que es él, quien abre los caminos para continuar en la religión. Es un Osha guerrero que cuida el destino de los que transitan por ellos.

El Orisha cuida además el Ilé (casa) de quien lo posee y ayuda a sus hijos a sobrellevar y afrontar las situaciones riesgosas de la vida.

Mientras, el Santo Niño de Atocha es visto como un pequeño peregrino español, en la imagen del niño Jesús. Generalmente se le muestra sentado en una pequeña silla.

Historia del Santo Niño de Atocha

La tradición devota del Santo Niño de Atocha es originaria de España, donde los rezos y las novenas para ese santo comienzan con un rezo a María, Nuestra Señora de Atocha, pidiendo su permiso para rezar a su hijo.

La leyenda, como su nombre lo indica, surgió en Atocha, un suburbio de Madrid, donde muchos hombres estaban en prisión debido a la fe que profesaban.

Allí, el califa emitió una orden para indicar que nadie excepto niños de doce años o menores podían alimentar a los prisioneros. 

Así, comenzó la historia que refería que un joven niño visitaba y alimentaba a los cautivos que no tenían niños jóvenes en su familia que le llevaran alimentos.

Nadie sabía quién era, pero llegaba de noche con una canasta de víveres.

Así que aquellos que habían pedido un milagro a la Virgen de Atocha quisieron confirmar la identidad del pequeño niño y cuando llegaron al monumento de la localidad en su honor, se dice que los zapatos de la estatua del niño Jesús estaban gastados, gastados de tanto andar a brindar socorro y consuelo a los más desfavorecidos.

Hoy, en día, la devoción al Santo Niño de Atocha ha crecido no solo en España, sino que se ha extendido a muchas regiones de América. 

Oración al Santo Niño de Atocha:

Sapientísimo Niño de Atocha, general protector de todos los hombres, general amparo de desvalidos, médico divino de cualquier enfermedad. Poderosísimo Niño:

Yo te saludo, yo te alabo en este día y te ofrezco estos tres Padre Nuestros y Ave Marías con Gloria Patri, en memoria de aquella jornada que hiciste encarnado en las purísimas entrañas de tu amabilísima Madre, desde aquella ciudad santa de Jerusalén hasta llegar a Belén.

Por cuyos recuerdos que hago en este día te pido me concedas lo que te suplico, para lo cual interpongo estos méritos y los acompaño con los del coro de los Querubines y Serafines, que están adornados de perfectísima sabiduría, por los cuales espero, preciosísimo Niño de Atocha, feliz despache en lo que te ruego y pretendo, y estoy cierto que no saldré desconsolado de ti, y lograré una buena suerte y muerte, para llegar a acompañarte en Belén de la Gloria, Amén.

Oración a Eleguá para protección (con traducción)

Eshú Elegguá oga gbogbo na mirín ita algbana baba mi mulo na burukú nitosi le choncho kuelu kuikuo oki eos/ ofo, cosíeyo, cosi ku, cosi ano ni oruko mi gbogbo omonile fu kuikuo oducue, baba mi Elegguá

Dueño de todas las cuatro esquinas, mayor del camino, padre mío llévese lo malo para poder caminar con mucha salud, que no haya enfermo, que no haya pérdida, que no haya revolución, que no haya muerte. En el nombre de todos los hijos de la casa le doy muchas gracias, padre mío Eleggúa.

En Cuba, el Santo Niño de Atocha y Eleguá son parte del culto en la Santería, son dos deidades poderosas, el Santo y el Orisha, niños misericordiosos que nos cobijan y protegen, y que jamás, pase lo que pase, nos desamparan.

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