En la religión yoruba Eshú rige las manifestaciones de lo malévolo y a menudo se coloca junto al Orisha Elegguá, dueño de los caminos, en un eterno vínculo entre lo positivo y lo negativo.
Eshú es la deidad que hace trampas y engaña a los Orishas y hombres y es de exclusiva potestad de los Babalawos, quienes lo cargan, entregan y consagran con diversos elementos y energías de la naturaleza.
Representa desgracias cuando no estamos en sintonía o balance con lo que nos rodea. Esta entidad usualmente se representa como un amasijo de cemento con forma humanoide cuyos ojos, oídos y boca, están representados por caracoles.
En la Regla de Osha (santería) cuando un hogar está protegido es porque lo habita Eleguá y cuando tiene problemas e influencias negativas, es que ha entrado Eshú, esta unión de energías de ambas deidades permite que finalmente se logre el equilibrio en la vida.
Patakí sobre el nacimiento de Eshú
Cuenta este pataki (historia yoruba), que Orula, el adivino y su esposa querían desesperadamente tener un hijo, pero no lo lograban. Por ello acudieron al gran padre Obbatalá para que los ayudara concediéndoles su deseo.
Obatalá les pidió tener paciencia, pues él estaba ocupado tratando de crear con arcilla a los hombres. Pero la pareja insistió y le propusieron llevarse la figura que estaba haciendo el sabio orisha.
Obbatalá entonces les dijo que debían poner las manos sobre la figura durante doce meses para lograr tener el hijo que tanto deseaban.
La pareja cumplió con lo prometido a Obbatalá y como el gran padre había dicho, al cumplirse el plazo indicado, el hijo cobró vida.
La pareja decidió ponerle por nombre al pequeño, Eshú. Pero el niño pronto demostró que no todo estaba bien con él, pues desde que nació comenzó a comerse todo lo que encontraba a su paso.
Los 201 caminos hijos de Orula
Un día, Eshú se comió todo lo que había en la Tierra incluyendo los animales, las plantas y hasta las piedras y decidió ir a la casa de sus padres con la intención de comérselos.
Pero a Orula el oráculo le había alertado y aconsejado estar ese día con su machete en la mano. Así que cuando Eshú entró a la casa, lo persiguió cortándolo con su machete y de cada pedazo nacía un nuevo Eshú, hasta llegar a 201.
Cansado de tanta carrera, Eshú se detuvo y le propuso un trato a su padre Orula diciéndole que cada una de sus partes sería un hijo para él y los podría consultar cuando deseara.
El sabio estuvo de acuerdo, pero le pidió a su hijo devolver todo lo que había comido. Así lo hizo Eshú y vomitó todo lo que tenía en su estómago, dejando que las cosas ocuparan su lugar nuevamente en la tierra.