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La calabaza y la riqueza de Oshún y Shangó, la leyenda yoruba

Calabaza a Oshún

Siempre se ha dicho en la religión yoruba, que la calabaza no se debe comer debido a que ella alberga toda la riqueza del mundo.

Además, este fruto tiene una estrecha relación con la Orisha del Amor, Oshún, a quien se le pone en ofrendas y addimús y se le reza por la prosperidad material y el amor.

La calabaza fue la primera lámpara de Oshún con la que cuidaba y protegía a las mujeres embarazadas, también fue su alcancía, su significado ancestral esconde muchos secretos, por ello es sagrada y muy respetada en la Regla de Osha (Santería).

Presentamos ahora, el patakí que explica la relación de Oshún con este poderoso fruto y las riquezas:

Patakí de Oshún, Shangó y la calabaza

Cuentan las hermosas leyendas yorubas que hubo un tiempo en que los Orishas vivían en suntuosos palacios repletos de riquezas y ostentaban su prosperidad.

E incluso el Dios Olofin disfrutaba del buen y próspero vivir y por ello cada 8 lunas daba una fiesta e invitaba a todos los Orishas para celebrar junto a ellos. A todos los que acudían les regalaba monedas de oro y joyas para aumentar sus riquezas.

Pero había una pareja de orishas para los cuales las cosas no marchaban bien. Ellos eran Oshún, la hermosa dueña del río y Shangó, el rey del trueno y el fuego, que vivían en la miseria y no deseaban visitar la casa de Olofin, por su situación económica.

La idea de Olofin insulta a los Orishas

Olofin enterado de la situación de la pareja, decidió cambiar la forma de hacer regalos. No regalaría nada de monedas de oro ni joyas para que no se sintieran ofendidos.

En la próxima fiesta de Olofin que se efectuó, los Orishas se vistieron como siempre con sus nuevas y mejores ropas y subieron para la celebración.

Pero cuando el anfitrión los recibió le dio a cada uno, para su sorpresa, una gran calabaza, que no debían rechazar pues podían hacer enojar al alto Orisha.

Cuando bajaron a la tierra, los Orishas comentaron que esta vez Olofin no les había hecho un regalo digno de su posición económica. En ese debate estaban cuando se cruzaron por accidente con Oshún y Shangó.

Cuando vieron a la pareja, todos se dieron cuenta por sus ropas, de la situación tan mala que atravesaban y por ello le preguntaron a la bella Oshún si tenían para comer, a lo que ella respondió que no.

El regalo de la prosperidad

Los orishas decidieron entonces entregarle las calabazas que les regaló Olofin a Oshún y Shangó para que las usaran para comer y así librarse del molesto regalo.

La humilde pareja ofreció las gracias, pues con esa cantidad de calabazas tendrían alimentos para buen tiempo, y así no tendrían que preocuparse por esa suerte.

También notaron que las calabazas pesaban mucho, pero no hicieron caso y siguieron adelante con alegría por la buena comida que harían.

Cuando pusieron las calabazas en su cocina, Oshún le dijo a Shangó que haría un excelente dulce con el fruto para disfrutar como nunca antes. Dicho esto, tomó la calabaza con sus manos y la partió.

Así con sorpresa descubrió que la calabaza estaba llena de joyas y oro y también todas las demás que los Orishas le habían entregado.

Oshún y Shangó de pronto, se volvieron los más ricos entre los orishas, una lección de humildad, gratitud y sencillez para todos aquellos que despreciaron un regalo divino del Dios Olofin.  

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