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Oggún y Shangó unificaron las tierras en beneficio de la humanidad

Oggún y Shangó

Al principio de los tiempos la tierra era un lugar muy diferente al que conocemos hoy en día.

Los hombres entre sí vivían en desunión, al igual que los continentes y los demás seres vivos.

No existía la voluntad de ayudarse pues cada quien pensaba solo en resolver sus problemas, realidad que tenía muy preocupado a Olofin pues no era esta la forma de vida que él había soñado para el mundo.

Pataki donde Oggún y Shangó devuelven la esperanza a Olofi

Obatalá el santo dueño de todas las cabezas también estaba muy triste por esto, por lo que se reunió con Olofin para así juntos hallar una solución para sus problemas.

Después de una larga conversación acordaron que necesitaban la intervención de Kawó Silé para aclarar este asunto.

Obatalá entonces emprendió su rumbo en búsqueda de Shangó, pero en su lugar encontró a Orula, el gran adivino de Ifá a quien le contó lo que le sucedía.

Orula marca ebbó y resuelve el dilema a través de la palabra de Ifá

Este sacó su ékuele y su tablero y con estos marcó un odun que requería que además de buscar a Shangó había que traer a Oggún para poder resolver el gran dilema. 

Oggún y Shangó vivían uno frente al otro y al ver que Orula y Obatalá se acercaban salieron corriendo y al tropezarse se abrazaron y cayeron al suelo.

Rápidamente Shangó se puso de pie y ayudó a levantarse a Oggún, entonces Orunmila les dijo:

Como mismo ustedes dos se han ayudado y unido, necesito que ayuden a Olofin para que la tierra se unifique y el ser humano aprenda a respetar y a querer a sus semejantes, petición que ambas deidades aceptaron al instante.

Practicando el bien se halló el progreso en el mundo

De camino a casa de Olofin los Orishas iban recogiendo un poco de tierra de cada pueblo por el que pasaban, de igual forma tomaron algunos artículos y animales de corral.

Al llegar a casa de Olofin, Orunmila les hizo ebbó a Shangó y a Oggún quienes fueron a predicar el bien de ahí en adelante, reclutando a muchos hombres y mujeres a su paso en las prácticas del bien y del amor a sus semejantes.

Poco a poco se fue unificando la humanidad y con esta los animales, las plantas y hasta la propia tierra, quien después de tantas acciones positivas se volvió de un verde intenso pues su yerba reflejaba la esperanza que Olofin sentía en el progreso que estaba sucediendo sobre el mundo.

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