San Rafael el médico divino toca a nuestra puerta para dejarnos un mensaje de conciencia, un recado que debe convertirse en el evangelio diario de cada ser humano, ese que pide:
- La supremacía de la paz y
- los actos bondadosos por encima de todo.
Llevemos el estandarte de la fe honrando la palabra manifestada por el príncipe celestial a través de la cual invocamos su protección sobre las fuerzas del mal.
Con esta oración el hombre pide a San Rafael el fomento de la voluntad para salir adelante y poder enfrentar las pruebas que la vida coloca en nuestro destino, pues solo la fe, el trabajo sacrificado y la humildad conducirán al hombre al éxito reconocido ante el trono del rey de reyes.
Desde donde el padre supremo sabrá guiar los pasos:
- Del consagrado,
- el afligido y
- el desesperado.
La poderosa oración a San Rafael Arcángel por protección
Gloriosísimo príncipe San Rafael , antorcha dulcísima de los palacios eternos, caudillo de los ejércitos del todopoderoso, emisario de la divinidad, órgano de sus providencias, ejecutor de sus órdenes secretario de arcanos, recurso universal de todos los hijos de Adán, amigo de tus devotos, compañero de los caminantes, maestro de la virtud, protector de la castidad, socorro de los afligidos, médico de los enfermos, auxilio de los perseguidos, azote de los demonios, tesoro riquísimo de los caudales de Dios.
Tú eres ángel santo, uno de aquellos siete nobilísimos que rodean el trono del altísimo.
Confiado en el noble y grande amor que has manifestado a los hombres, te suplicamos humildemente nos defendáis de las asechanzas y tentaciones del demonio, en todos los pasos y estaciones de nuestra vida, que alejes de nosotros las tentaciones del alma y el cuerpo, poniendo freno a nuestras pasiones delincuentes y a los enemigos que nos tiranizan, que derribes en todas partes las injusticias y los sentimientos contrarios al bien.
Te pedimos también con todo el fervor de nuestros corazones hagas que se derrame la fe sobre el mundo.
Por último, te suplicamos que nos acerques al trono de Dios para rogarle nos envíe las gracias que procuraremos merecer.
Gracias por los beneficios con los que nos has privilegiado.
Deseamos ser consecuentes de ahora en adelante con nuestros actos y nuestras exigencias, fenómenos que no deben ser movidos bajo otro sentimiento que no sea el del bien.
Que tu luz nos guíe por siempre. Amén.