La violencia es uno de los mayores males a los que se enfrenta la humanidad actualmente.
Provocadora de guerras, caos, crímenes y enfrentamientos de todo tipo, y muchos hemos sido víctimas de la violencia inmisericorde.
En estos momentos convulsos en que la mayoría de las naciones están acosadas por conflictos, guerras y enfermedades, debemos recordar:
- Siempre tener fe, meditar y rezar a nuestros guías espirituales para que nos iluminen el mejor camino a seguir, para evitar la violencia y sus dolorosas consecuencias.
Sí cada día oramos con fe y desde el fondo de nuestro corazón a aquellos poderes en los que confiamos, podremos rogar por la calma de la violencia a nuestro alrededor y transformar nuestro ambiente en paz y serenidad.
Hoy en día, nos vemos acosados por perennes enfrentamientos, incluso familiares y amigos deshacen los lazos que los unían y luchan por hacer valer su opinión, en un despliegue de violencia que afecta a todos a su alrededor.
Por ello, debemos rezar por calmar los ánimos y evitar las dolorosas consecuencias de la violencia, que no solo es física, sino también emocional y psicológica.
Oración para que cese la violencia y llegue la tranquilidad a nuestros corazones
Al rezar por la paz en nuestra alma podemos colocar una vela blanca.
Una vela que dé luz a todos los seres, santos y deidades que nos guían, para que intercedan ante nuestro dolor, el de nuestros seres queridos y el del mundo.
Elevemos la siguiente oración para calmar la violencia:
Dios omnipotente y misericordioso, Señor del Universo y de la historia humana.
Todo lo que has creado es bueno, y tu compasión por el hombre, que te abandona una y otra vez, es inagotable.
Venimos hoy a implorarte que ampares al mundo y a sus habitantes con la paz, alejando de él, la destructiva violencia, restaurando la amistad y derramando en los corazones de tus criaturas el don de la confianza y la prontitud para perdonar.
Dador de la vida, te pedimos también por todos los que han muerto, víctimas de los brutales ataques y guerras.
Concédeles la recompensa y la alegría eternas.
Que intercedan por el mundo, sacudido por la angustia y desgracias.
Jesús, Príncipe de la Paz, te rogamos por los heridos en los enfrentamientos: los niños y los jóvenes, las mujeres y los hombres, los ancianos, las personas inocentes y los que han sido agredidos por casualidad.
Sana su cuerpo y el corazón, que se sientan fortalecidos por tu consuelo, aleja de ellos el odio y el deseo de la venganza.
Mueve los corazones de los violentos y los que incitan al odio para que conozcan la maldad de sus acciones y vuelvan a la senda de la paz y el bien, el respeto por la vida y la dignidad de cada ser humano, independientemente de su religión, origen o status social.
Dios, Eterno Padre, escucha compasivo esta oración que se eleva hacia Ti entre el estruendo y la desesperación del mundo.
Llenos de confianza en tu infinita Misericordia, confiando en la intercesión de tu Santísima Madre. Te suplicamos el don de la paz y pedimos que alejes de nosotros el dolor.
Por Jesucristo, nuestro Señor, Amén