Al comienzo de los tiempos Akarin era un Orisha muy afortunado, este gozaba de la virtud de Olofin, por lo que vivía rodeado de todas las riquezas dignas de un rey.
Olodumare obsequió a este santo el poder de visualizar todo aquello que deseaba y como por arte de magia en un abrir y cerrar de ojos sus deseos se materializaban ante sus pies.
La única prohibición que poseía este Orisha se relacionaba con el plano terrenal, pues le estaba estrictamente prohibido visualizar la tierra o visitarla.
Pero era tanta la obsesión y el gusto que Akarin sentía por el mundo terrestre que decidió camuflarse y experimentar en su propia carne la sensación de pisar tierra firme.
Oloddumare se mostró muy molesto ante la actitud de este Orisha y no dio su aprobación ante tan desafiante hecho.
El poder del reflejo a todas las aguas del mundo
Los Orishas sabedores del don de Akarin comenzaron a pelearse entre sí por hacerse con su poder, asustado y en un intento desesperado por preservar su magia el santo se arrojó al agua y con la intención de ocultarse le concedió el poder a la misma de mostrar el reflejo de todo aquello que se le acercara.
Al llegar las tribus al estanque y verse reflejadas en la cristalina agua suponían que la deidad se escondía en el fondo, aterrorizado Akarin comenzó a rogarle a Oloddumare para que lo salvara y este muy descontento le informó que como castigo por su desobediencia se quedaría para siempre en la tierra.
Entonces como única alternativa para protegerse y como modo de distracción para sus perseguidores el Orisha concedió el poder del reflejo a todas las fuentes de agua del mundo, alargando de esta forma su búsqueda.
El don del reflejo para Oshún
Un día Oshún, la reina de la miel de abejas escuchó la súplica de Akarin quien le pedía su ayuda pues no toleraba más vivir en el encierro, la santa se conmovió y llevó a esta deidad materializada en un espejo a su hogar, con el paso del tiempo creció entre estos santos un lazo inquebrantable de amistad y Akarin concedió el poder del reflejo a la santa.
Cuando se supo que la deidad era protegida por Oshún arremetieron contra la vivienda de esta, pero los ataques siempre eran burlados pues Akarin le reflejaba a la misma las estrategias que se trazaban en su contra, hecho que les permitía salir siempre ilesos de las embestidas.
Oshosi recibe el poder del Orisha Akarin
Fue tanto el acecho que vivieron, que ya temían por su vida entonces acudieron a la casa de Oshosi, el gran cazador, quien juró protegerlos haciendo uso de su arco y su flecha, en agradecimiento a tan noble labor Akarin regaló el don del reflejo al Orisha cazador.
Oshún cansada de la continua guerra acudió ante Olodumare y le pidió protección pues esta le confesó al supremo, que sus hermanos Orishas habían intentado matarla con el fin de hacerse con la virtud de Akarin.
La maldición de Olodumare
Olodumare castigó a los Orishas maldiciendo su reflejo, comunicándoles que el que se mirara ante el espejo solo vería su destrucción, hecho por el cual estos debían respetar a Akarin el Orisha del espejo.
Un día Yewá visitó a su hermana llevando su hijo consigo, el pequeño sintió curiosidad por el espejo y en un acto de inocencia se miró ante él, cuenta el pataki que fue tan aterrador su reflejo, que el mismo Olodumare tuvo que bajar a la tierra para calmarlo, motivo por el cual el supremo decretó que los niños no podían mirarse al espejo, razón por la cual los Iyawoses no deben observar su reflejo por ser estos los niños de la Osha.