En cierta ocasión Orunmila recibió en su casa a un oba que gobernaba en la tierra de Ika.
Este acudía ante Ifá porque poseía muchos problemas en su reino, donde era continuamente asediado con calumnias y recriminaciones hacia su persona.
Pataki donde el Oba NO hace el ebbó marcado por Orula
Por tal motivo Orula lo registró marcándole la realización de un ebbó, ceremonia que espiritualmente le ayudaría a limpiar su nombre, obra que este no se realizó en el momento marcado por referir que necesitaba volver a su tierra cuanto antes.
Pasados unos días Orula quien se encontraba de visita en Ika, salió a dar un paseo encontrándose en medio del camino un platanal.
Este sacó su cuchillo y cortó un racimo de plátano, rápidamente una voz a lo lejos lo acusaba de haber tomado lo que no le pertenecía.
Orula tratando de escapar se cortó las manos con el cuchillo dejando un rastro corto de sangre a su paso.
Orula se salva del osogbo con la ayuda de Eleguá y los espíritus
El dueño de la plantación fue a quejarse con el Oba pues decía que un hombre había intentado robarle y que sería capaz de reconocerlo pues en el acto se había cortado las manos.
El Oba reunió en la plaza a todas las personas del pueblo para comunicarles que el que tuviese heridas en las manos sería ejecutado por ladrón.
Orumila al ver que el osogbo que perseguía al Oba le había rebotado se practicó el ebbó que le había marcado a él.
Convocando en su auxilio a los grandes espíritus que vivían en los cuerpos celestes y a Elegguá para que lo ayudara a deshacer el malentendido.
Estos espíritus acompañaron a Elegguá al platanal, pues el pequeño Orisha se había ofrecido a llevar el ebbó de Orumila hacia su destino.
Y posteriormente estos le realizaron heridas a cada ciudadano del pueblo en ambas manos, incluyendo al Oba completando de esta manera el ebbó.
Nacen las líneas en las palmas de las manos para todos los Hombres en la Tierra
A la mañana siguiente cuando todos despertaron se dieron cuenta de la novedad que había ocurrido.
Entonces Orula aclaró ante la ciudad que no había existido robo alguno y que no se podía encontrar un culpable pues todos los ciudadanos poseían heridas en las manos.
Añadió a su discurso que a partir de ese momento todos los individuos que nacieran de él poseerían esas marcas, surgiendo de esta forma para los yorubas la existencia de las líneas presentes en las palmas de las manos.