San Cipriano fue un santo mártir que sufrió torturas y murió decapitado producto a su fe en Jesucristo.
Al inicio de su vida practicaba el paganismo, pero fue el verdadero amor quien lo hizo abrazar a Jesucristo como único Dios. Su festividad se celebra el 26 de septiembre cada año.
En Cuba el culto a San Cipriano ha crecido en los últimos tiempos haciéndolo un santo milagroso y defensor de las causas imposibles.
A San Cipriano se invoca para pedir justicia, libertad y ayuda con el fin de poder superar momentos difíciles, sobre todo si se encuentran relacionados con conflictos de amor y lucha contra las artes oscuras y la erradicación del mal de ojo.
¿Quién fue San Cipriano? Protector contra las negatividades y trabajos de brujería
San Cipriano es un santo venerado en la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa. Este pertenecía a un largo linaje de sacerdotes paganos.
Durante su niñez recibió varias consagraciones en diversos templos, recibiendo además instrucción en las ciencias astrológicas y numerológicas.
Al cumplir treinta años regresó a Antioquía donde se estableció como sacerdote pagano, poco tiempo después conoció a una joven llamada Justina sobre la cual comenzó a invocar hechizos y conjuros para obtener su amor.
San Cipriano y Santa Justina:
Sorprendido por la ineficacia de sus maleficios sobre la doncella, Cipriano invocó al demonio para obtener explicaciones sobre lo que le sucedía.
Este no tuvo otra opción que confesarle que la ineficacia de los conjuros se debía a la fe profunda que Justina poseía en Jesucristo y a la marca de la Cruz de San Bartolomé que esta portaba en su cuello, insignia que la hacía inmune al mal.
El amor de Cipriano por Justina fue tal que logró que el mismo se convirtiera al cristianismo y comenzará a sentir la presencia de Jesucristo en su corazón, poco tiempo después Cipriano llegó a ser diácono, sacerdote y finalmente obispo de Antioquía.
En las noches cuando Cipriano se sentía tentado por el poder del mal, realizaba tres veces la señal de la cruz y las tinieblas horrorizadas huían desenfrenadamente.
Por todas sus labores bienaventuradas Cipriano fue canonizado tras su muerte.
Oración a San Cipriano contra todo mal, hechizos y enemigos:
San Cipriano, obispo del Campo Mayor, líbranos de hechizos y de todo malhechor.
Es tan inmenso el poder que te concedió el Señor, que en manos del malhechor nadie podrá perecer.
Prometiste socorrer al que está necesitado; sanas al maleficiado a la mayor brevedad, como das libertad al infeliz encarcelado.
De todo el que está afligido sois celestial consuelo; tú eres escala del cielo de todo el que a ti ha ocurrido; tú amparas al desvalido a toda hora e instante y eres seguro consuelo de quien te aclama constante.
Contra rayos y temblores es dulce tu advocación; quien te da su devoción nunca se verá en prisiones.
Destierras las tentaciones que te presenta el demonio; quien tus prodigios no mengua, tú libras de mala lengua y de falsos testimonios.
En fin, el que esta oración trajere en su compañía, le prometiste sería libre de persecución; la mujer que en la aflicción de su parto te rezare y con fe te invocare, mitigará su inquietud; tú amparas por tu virtud a todo el que te invocare.