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La Sirena de la bahía de Jagua y el poder de las semillas contra infieles

Sirena de Jagua

Aycayía fue una aborigen cubana de singular belleza.

Su hermosura y talentos para el canto y la danza eran tales, que muchos la consideraban bendecida, tal es así que se proclamó como una de las pocas sobrevivientes del naufragio de la piragua.

Leyenda aborigen de Aycayía, que por su belleza sufrió la envidia de muchos

Las indias se encontraban celosas y disgustadas con Aycayía, pues con sus encantos casi sobrenaturales seducía a los hombres, acaparando su atención por encima del trabajo y de sus obligaciones matrimoniales.

Las mujeres enardecidas fueron a quejarse con el cacique de la tribu, el que se reunió con los ancianos.

Juntos, acordaron que la bella joven poseía facultades sobrehumanas y su acertado apego hacia las tentaciones la hacían sumamente peligrosa.

Por lo que decidieron que el destino de Aycayía no debía ser otro que el destierro hacia un lugar donde no pudiera perturbar a nadie con su belleza, ni distraer a los hombres, mucho menos causar conflictos matrimoniales.

La bella joven fue obligada a vivir aislada

De este modo Aycayía fue a vivir en un lugar apartado de la isla en unión de las ancianas y viudas enfermas de la tribu.

Sitio en donde con su arte para la música y la danza comenzó a alegrar con sus interpretaciones el corazón de quienes le hacían compañía.

Los hombres, a pesar de la distancia continuaron visitando a Aycayía, pues querían tener de vuelta el placer que les proporcionaba su música y su baile, y con conchas, pepitas de oro y flores honraban su presencia.  

El poder de las semillas de Majagua como amuleto contra la infidelidad

Las indias al enterarse de tal situación pidieron al Cacique una solución inmediata para su problema.

Éste les entregó unas semillas de Majagua, planta que se comporta como un infalible amuleto contra la infidelidad, para que fuesen sembradas frente a sus casas.

Pues con esta acción el desvarío de sus esposos quedaría aniquilado.

Las indias partieron rápidamente a sus casas para ejecutar la labor y cuando los hombres llegaron ya podía notarse el cambio en su conducta, pues se mostraban más atentos y amorosos que de costumbre.

Al paso del tiempo un fuerte huracán azotó la bahía de Jagua, en la provincia de Cienfuegos y como Aycayía y las ancianas habían quedado en el abandono fueron arrasadas por la tempestad.

La bella india encarnó el cuerpo de una sirena, mientras que las viudas formaron parte de la fauna marina de la zona. 

Desde ese entonces se rumora la leyenda de que en las noches de tempestad una sirena se sienta sobre el arrecife de la bahía de Jagua para seducir a los hombres con sus dulces melodías.

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