Orula representa la sabiduría, la inteligencia, la picardía y la astucia. Es él quien conoce el destino de todo lo que existe y puede actuar para cambiarlo.
Es el adivino que tiene el conocimiento de las cosas secretas del ser humano y la naturaleza, posee todo el conocimiento acumulado sobre la historia de la humanidad y es por ello, adivino y dueño de los Oráculos.
El sabio Orisha representa la seguridad, el apoyo y el consuelo ante las situaciones difíciles de la vida. Sus atributos están relacionados al arte de la adivinación y de predecir el futuro. Lleva 2 manos de Ikines, un otá (piedra) y una tablilla de cedro, tablero (Opón Ifá o Até Ifá).
Sobre el tablero sagrado de Orula existen leyendas y patakies que explican cómo llegó a sus manos, elemento sumamente sagrado e importante mediante el que el sabio puede consultar el futuro y el destino de todos los hombres en la tierra.
Pataki de Orula y su padre Obatalá
Cuentan que Orula nació como hijo del sabio Obatalá y Yemú, en el tiempo en que su padre aún acababa de castigar al dueño del hierro Ogún, el hijo mayor, por aprovecharse de su madre.
Obbatalá estaba furioso por la traición en su familia y por ello al nacer Orula, se llevó al niño y lo enterró lejos de la casa bajo una ceiba.
Tiempo después nació Shangó, pero era un niño tan hermoso que Obatalá no pudo hacerle daño y se lo entregó a Dadá, la mayor de sus hijas, para que cuidara de él como si fuese su propio hijo.
Dadá llevaba a Shangó a ver a su padre y el niño preguntaba por qué siempre su madre estaba llorando.
Poco a poco le explicó Obatalá la razón y Shangó creció odiando a Ogún.
Cuando ya era un hombre, Eleguá, su hermano, le pidió a su ya anciano padre que le hablara sobre Orula y al hacerlo, Obatalá se sintió muy apesadumbrado por lo que había hecho con su pequeño hijo.
La sagrada ceiba que da cobijo a Orula
Eleguá entonces dijo, que había visto en un lugar un hombre enterrado hasta los brazos debajo de una ceiba y que él le había llevado comida.
Así Obatalá corrió en busca de su hijo y efectivamente, lo encontró en la ceiba y allí se arrodilló y le imploró perdón, pidiéndole que fuera con él a casa.
Pero Orula se negó y le dijo que la naturaleza le había proporcionado todo lo que él necesitaba para su labor de adivino.
Obatalá, no obstante, quiso hacer algo por él, y tomó madera del árbol y le construyó un tablero. Así, le dijo su padre al sabio Orula:
- “Desde hoy, todos los hombres tendrán que consultar contigo”.