Obatalá fue uno de los Orishas encargados de la creación del mundo y de los seres humanos, este fue el santo al que Olodumare le encargó la administración de la inteligencia y por subsiguiente lo hizo albacea y distribuidor de la misma.
A medida que se desarrolló la vida sobre la tierra los hombres comenzaron a salirse de sus costumbres y decidieron tomar caminos incorrectos, senderos del destino que no eran aprobados por Obatalá.
Pataki: Obatalá encarga a la muerte el fin de sus hijos
Baba molesto por la actitud de los seres humanos decidió pedir a Ikú (la muerte) que pusiera fin sobre el linaje del hombre para que de este modo surgiera una nueva era de paz y comenzara desde cero el ciclo de la vida, donde en la formación del hombre no permitiría la presencia de errores, evitando el hacerlos débiles a los pecados y a la influencias negativas tanto morales como materiales.
Al realizarle este encargo a la muerte el sabio Obatalá no contempló la posibilidad de que sus hijos fuesen arrasados por la guadaña de Ikú.
Este hecho creó en el Orisha blanco gran disgusto y conmoción, siendo el arrepentimiento el primer pensamiento que afloró en la mente de Baba.
Orula marca «ebbó» a Obatalá
Tras la llegada de la muerte a la casa de los descendientes del santo dueño de todas las cabezas, Obatalá se vio obligado a acudir a la casa de Orunmila el gran adivino para que este con la ayuda de Ifá le propiciara una solución para solventar el dilema que le atormentaba.
El Oráculo le marcó la realización de un ebbó que abarcaría a su persona y a toda su descendencia, el cual consistía en la realización de baños con hierbas sagradas y otras ceremonias.
¡Cuidado con lo que se desea!
Luego de haber realizado completamente el ebbó, Obatalá ocultó a sus hijos de la vista de Ikú, justo en el tronco del árbol del que se había obtenido la hierba para efectuar la ceremonia.
Allí permanecieron invisibles a su influencia pudiendo con este acto salvar sus vidas y su propia existencia. De esta forma se salvaron de la desgracia todos los hombres y mujeres Omo Obatalá.
La deidad pudo comprender la gravedad de sus actos quedando la enseñanza para la posteridad de tener cuidado con lo que se desea.
A veces los deseos traen consecuencias fatales, las que podrían llegar a involucrar a corto o a largo plazo a quien las suscitó.
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