Obatalá vivía celoso de sus allegados y en una ocasión quiso poner a prueba a Shangó, pues deseaba saber si este lo estimaba verdaderamente o no.
Para lograr el cometido se valió de la ayuda de algunos de sus súbditos quienes juraron permanecer en silencio hasta tanto la misión no estuviese cumplida.
Entonces Obatalá comenzó a elaborar un plan para llevar a cabo.
Pataki: Padre Obatalá prepara un plan para probar la fidelidad del Orisha del fuego
Bajo el mandato del santo dueño de todas las cabezas los cómplices comenzaron a difundir la noticia de que el Orisha estaba gravemente enfermo.
Tal y como habían pactado, la información debía ser crítica para que la noticia se corriera velozmente.
De esta manera el rumor se fue esparciendo hasta llegar a los oídos de Shangó, quien quedó impactado con la noticia y preocupado comenzó a cuestionarse sobre el estado de baba.
Luego de asimilarla, mandó a sus súbditos a preparar algunos brebajes y baños para llevar a casa de Obatalá y de esta manera de ser posible colaborar con su recuperación.
Antes de salir tomó una botella de aguardiente y entre pasos y preocupaciones fue bebiendo hasta llegar al palacio.
La recuperación de Obatalá fue prioridad para el gran Shangó
Cuando los hijos de Obatalá lo vieron sintieron pena de su estado y lo mandaron a pasar quitándole de encima todos los bultos que traía, entre los que venían muchos cocimientos y hierbas frescas.
Shangó no hacía más que preguntar por Obatalá, entonces el más pequeño de la casa lo condujo hasta la habitación donde guardaba reposo el Orisha para que este lo pudiese ver con sus propios ojos.
Al entrar en ella vio a baba tendido sobre la cama y sintió una gran tristeza, hincándose junto al lecho comenzó a rezar por la recuperación de Obatalá y el santo que escuchaba esto se incorporó pegándole un gran susto a Shangó.
Shangó sí estimaba de corazón a Baba, y lo demostró con acciones
El Orisha dueño del fuego quedó helado ante la recuperación de baba, por lo que Obatalá no tuvo otra opción que admitir que le había puesto una prueba a Shangó para medir hasta dónde llegaba su estima por él, realidad que tomó por sorpresa a todos.
Prueba que había superado con creces pues había acudido casi a la velocidad de la luz a socorrerlo y a preocuparse por él.
Demostrando de este modo que todo el cariño que decía sentir por el Orisha era de corazón, sin que mediase en ello ningún tipo de interés ni segundas intenciones.