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Carta a Obatalá: al amarte explota mi pecho como un volcán en perenne erupción

Carta a Obatalá

Querido padre Obatalá cuando supe de tu existencia era muy pequeña, aún no había aprendido a expresarme correctamente y jugaba con muñecas, abrazar la religión fue la respuesta que encontraron mis ancestros para bajo tu amparo alcanzar la salud que tanto necesitaba.

Crecí en una casa religiosa donde adorarte era una tradición, siento que no ha podido alcanzarme mayor bendición en el mundo que haber llegado a coronarte en mi cabeza, pues desde el instante en que llegaste a mi vida solo he sabido de felicidad, pues incluso en los momentos de aflicción tu luz ha sabido guiarme por el sendero correcto.

Es frecuente ver en los templos yorubas como todas las mujeres desean ser hijas de Oshún y los hombres ser hijos de Shangó, quizás esta decisión se ve movida en ellos por problemas más culturales que de fe en sí, lo cierto es que ser hija de un gran rey me ha permitido forjarme como nunca pensé que lo haría, hoy comprendo a aquellos que desde la ignorancia lloraron al saberse tus hijos y sé que su sentir no fue desprecio hacia ti sino desinformación, pero vivo convencida que no me ha alcanzado una bendición más grande que encontrarme bajo tu manto.

Gracias a ti recuperé la paciencia y saqué fuerzas de donde ni yo misma sabía que tenía, tu corona me hizo más fuerte y valiente, a la vez que me formó más tolerante y comprensiva.

Solo tú Baba conoces los sacrificios con los que se coronó mi santo y hasta donde una madre desesperada fue capaz de hacer para salvar a su hija.

Hoy solo me resta agradecerte y sentirme afortunada de que este 2022 gobiernes sobre la tierra yoruba e inundes al mundo de paz y misericordia, dos virtudes que deseé hace tiempo se han ido apagando atacadas por el odio y el egoísmo con el que se ha nublado el corazón de algunos seres humanos.

Si algo tuviera que pedirte, por encima de riquezas y utopías de prosperidad sería que no te apartes de mi vida y que continúes acompañándome el día que Olofin ponga fin a mi misión sobre la tierra, solo así podré agradecerte desde la fe todo lo que has hecho por mí, soy consciente que a veces ni siquiera los religiosos más avezados son consecuentes de los sacrificios que seguro han de hacer los Eggunes y los Orishas por salvar a sus hijos.

No me considero la mejor religiosa, tampoco la más capaz ni la que merezca ser complacida en cuanta acción desee, pero de algo padre mío si puedes estar seguro y es que he llegado a amarte más que a cualquier cosa sobre este mundo, con un amor que se desborda en mi pecho como un volcán en perenne erupción. 

Compartimos algunas ofrendas hermosas al Padre Obatalá:

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