Desde antaño los espíritus han jugado un papel decisivo dentro de la religión yoruba.
Estos constituyen los cimientos de cada obra, ceremonia y casa santoral de Cuba, sin su licencia no puede desarrollarse ningún ritual y su condición de seres de otro mundo les permite interceder por sus protegidos y llevar los mensajes de estos a los estratos más altos en la jerarquía de los Orishas.
Emi: El espíritu de la vida
La vida como la muerte son esenciales en el correcto desarrollo del mundo, ambas son contrapartes de un mismo juego en el que el mayor objetivo a alcanzar es mantener el equilibrio sobre el plano terrestre.
El espíritu de la vida nombrado Emi, fue designado por Olodumare para hacer germinar sobre la tierra todo tipo de existencias y hacerlas florecer y alcanzar de este modo su máximo esplendor.
Olori: la entidad del pensamiento
En el pensamiento surgen los sentimientos, la creatividad y las ideas explícitas e implícitas relacionadas con el devenir de la vida humana.
Olori es la entidad responsable de que el pensamiento y la capacidad de análisis toque cada una de las mentes de los religiosos y con esta virtud le sea permitido al hombre tomar mayores y mejores decisiones.
Okan: El espíritu del fluido vital
La vitalidad es lo que mantiene al hombre en pie.
Okan, el guardián de este fluido invisible, dota a cada ser humano con una porción de dicho elixir en el momento del nacimiento o tras una terrible enfermedad donde la persona requiera algunas bendiciones para sanar.
Ipin: El espíritu guía familiar
Ipin fue el alma designada por Olodumare para instruir al guía familiar.
Este espíritu recibe en el momento de su partida hacia el más allá a la persona que en vida fuese el cabeza de familia.
Y en ese preciso momento cuando su alma ha ascendido al cielo, pregunta al mismo si desea retornar a la tierra en su misma condición etérea para continuar cuidando de sus seres queridos, pero esta vez desde un plano astral.
El espíritu que acompaña a la Muerte
El espíritu que asiste y acompaña a la muerte posee la misión de acompañar a Ikú en todas sus misiones.
Siendo lo primordial comunicar a los seres vivos el fin de su existencia terrenal, conduciéndolos hasta las puertas del cielo de forma segura, para que no se pueda tergiversar su destino.