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En Otura Meyi dice Ifá: Respete el maní ¡Una historia de gran enseñanza!

Maní Otura Meyi

Antes de que la planta de maní llegase a la tierra, Otura Meyi hizo predicciones para ella, donde le advertía que:

Sería muy reconocida sobre el plano terrestre, pues de ella brotarían muchos hijos y su fruto sería delicioso ante el paladar.

Pero para vivir rodeada de iré y libre de enemigos debía hacer un sacrificio animal a Eshu de un chivito y un carnero a Orunmila y así garantizar su éxito y longevidad.

Esta, quien se creía victoriosa, se negó a escuchar los consejos de Ifá y emprendió su viaje a la tierra.

Al llegar al mundo del hombre, esta fue asombrosamente productiva, la humanidad conoció a través de su fruto un sabor novedoso que gustaba a los seres humanos incluso llegando a crear adicción.

Pataki donde la planta de maní quedó desprotegida por NO escuchar el consejo de Ifá

La coneja quien había acabado de dar a luz a sus hijos, vio en esta una fuente de alimentos propicia para fortalecer a sus crías, por lo que comenzó a desgajarla.

La planta de maní comenzó a gritar pidiendo ayuda y al verse sola y desamparada comprendió el fallo de su decisión.

Entonces la planta de maní quedó maltrecha y para cuando pensaba que se había terminado la tortura, llegó ante su presencia el erizo, quien comenzó a comérsela, incluso este llegó a escarbar a sus hijos de los cuales también se alimentó.

La planta malherida fue a ver a Orunmila para que este la ayudase a enmendar su error, pues sin la protección de Ifá quedaba desprotegida y producto a este motivo estaba perdiendo a sus hijos.

Orula el Orisha adivino repitió a la planta de maní lo que ya conocía, explicándole que:

Si quería salvarse debía ejecutar los sacrificios anteriormente indicados.

Y así lo hizo.

Las trampas de Elegguá y el poder de Ifá alejaron los enemigos

Eshú quien se mostró agradecido ante la ofrenda, colocó alrededor de la planta muchas trampas para que sus enemigos cayeran en estas, si intentaban dañarla.

Los animales que desconocían las novedades acudieron en la noche ante la planta para abusar de ella, siendo prisioneros en las trampas de Elegguá.

De esta forma estos comprendieron que la planta estaba protegida y que por ende no debían acercársele nunca más.

Con el paso de unos meses la planta de maní retoñó frondosa recuperando el vigor que había perdido y con este a sus hijos, quienes desde ese entonces fueron leales a Orunmila y a Elegguá, sirviendo fielmente ante los designios de Ifá.

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