Yewá es todo lo virgen e inexplorado, es el misterio de lo que no se conoce en la religión yoruba, en la vida y en el universo.
Ella representa nuestro aspecto virginal, puro, pero también es fecundación, para que se puedan generar nuevos frutos, vidas, y transformaciones.
10 Características de Yewá como Orisha Yoruba:
- Es la madre del carácter, y es una Orisha de las aguas, más específicamente del río Yewá, en lagos de Nigeria.
- Es el arquetipo de la castidad para la religión yoruba, es dueña de los horizontes, la niebla y el cementerio.
- Está representada por una hermosa virgen, ni siquiera Shangó, el más conquistador de mujeres pudo seducirla.
- Es Yewá la que también tiene el poder de la videncia, atributo que Orula, el adivino de Ifá le regaló.
- Es la reina del cielo estrellado y de los cosmos, es decir, del lugar donde el hombre no alcanza.
- Sus símbolos son la serpiente, la espada y una lanza o arpón.
- La fuerza de este Orisha está concentrada en una serpiente que se tragaba su propia cola, lo que denota un sentido de perpetua continuidad de la vida, pues el círculo nunca termina.
- Yewá es la Orisha que transforma el agua de su estado líquido al estado gaseoso, generando nubes y lluvias.
- Ella es también en la naturaleza el arcoíris inalcanzable, el cielo, la niebla.
- Yewá muy relacionada a la oscuridad en la que se encuentran los espíritus, la muerte frente a Yewá es la que desarrolla su creatividad, y su capacidad de relacionarse y amar.
La historia yoruba de Yewá que la condenó a vivir en la oscuridad:
Una de sus leyendas o pataki dice que Yewá era hija de Obatalá el padre blanco, pero el amor de su padre por ella era muy extraño, autoritario y celoso, haciéndola vivir en su castillo como si estuviera en una clausura.
La fama de la belleza y la castidad de la princesa llegó a todas las partes, incluso al reino de Shangó, quien era muy mujeriego e instantáneamente sintió el deseo del amor.
Entonces el gran Shangó planificó seducir a Yewá, y aunque fuese difícil, el rey del trueno haría lo que fuera para conseguirlo.
En el palacio de Obatalá, Shangó logró ver a la doncella, y la belleza que poseía, pero Yewá arrepentida de su acto, le pidió a su padre que le enviara a un lugar donde ningún hombre le viera.
Obatalá le entregó entonces el reino de los muertos, en la oscuridad, entre la niebla y los espíritus habitaría para siempre.
Desde entonces es Yewá habita en el cementerio, y es ella quien entrega a Oyá la diosa de la centella, los cadáveres que Babalú Ayé, el dueño de las pestes, conduce a ese astral.
Talvez por ello Yewá puede percibirse como una deidad que no cambia por sus experiencias con los demás. Nunca está dominada por sus emociones, ni por otros.
Es invulnerable al sufrimiento, intocable en las relaciones, por lo tanto, se puede definir a su deidad como inaccesible a este tipo de transformaciones.