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Pataki ≫ ¿Cómo los Jimaguas Ibeyis salvan al Orisha Obatalá?

Pataki de los Jimaguas y Obatalá

A lo largo de los tiempos el nacimiento de los neonatos jimaguas se ha considerado como un hecho de gran relevancia, justo como aconteció el nacimiento de Taewo y Kalinde los Orishas jimaguas del Panteón Yoruba, quienes son descendientes de Shangó el rey de los tambores Batá y Oshún la dueña de la miel de abejas.

Entre estos hermanos y Yemayá, la santa madre del mundo existe un estrecho vínculo pues fue esta deidad la responsable de su guarda y custodia desde el momento en que llegaron a este mundo.

Las deidades mellizas poseen un poder muy grande y una fe milagrosa que cura y salva al mismo tiempo.

Estos representan en su encarnación femenina y masculina el equilibrio que debe primar en el mundo, son el ejemplo perfecto de la dualidad divina en el plano terrestre

Son santos traviesos, se establecen como protectores de los médicos, los barberos y los niños, sobre estos últimos velan particularmente.

El Pataki de los Jimaguas protegiendo a Obatalá de sus enemigos

Relata la leyenda que fueron los Ibeyis los Orishas que salvaron a Obatalá del motín que se desarrollaba en secreto en las tierras donde gobernaba el santo protector de todas las cabezas.

Los súbditos que moraban en los dominios del Orisha blanco se encontraban descontentos, pues creían que Obatalá era muy severo en sus prohibiciones y que les impedía ciertas actividades inapropiadas para la luz y el juicio público.

El séquito enardecido se disponía a envenenar al rey, con el objetivo de poner fin a su mandato de esta manera, para lograr su cometido convencieron al cocinero de introducir el líquido tóxico en los alimentos que se le servirían con posterioridad al soberano.

Los Ibeyis alertan a Obatalá de la traición

Mientras los preparativos del golpe de estado cobraban fuerzas, los Jimaguas quienes se encontraban al tanto de todo lo acontecido informaron al monarca sobre los planes que se trazaban en su contra.

Le sugirieron que se vistiese de rojo y negro al ser esta la única forma de poder descubrir a los enemigos.

Una vez el Orisha vistió su traje bicolor, pudo mezclarse entre la muchedumbre hecho que le permitió descubrir en el acto a los responsables del motín, sobre los que estableció las penas correspondientes a sus faltas.

Desde ese día en pago por la ayuda ofrecida y por su gran intervención con el fin de mantener la paz sobre la tierra, los Jimaguas fueron nombrados los pequeños consentidos de la Religión Yoruba, estableciendo como norma que en toda fiesta que se desarrollara en el ilé (casa) en que estos se encontrasen, debían ser atendidos con prioridad y cuidado.

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