Obatalá el Orisha protector de todas las cabezas se encontraba en su palacio cuando pensó en la idea de regalar al hombre algún elixir que lo contentara e hiciera sus días más placenteros.
Este desde su trono de marfil divisó sus campos labrados y decidió acudir a ellos con el fin de hacerlos productivos y obtener de los mismos la solución que necesitaba para saciar su deseo.
El deseo de Obatalá y su regalo a los Hombres
Una vez ante la tierra labrada comenzó a plantar una viña completa y pensó en crear con la uva una bebida que representara sus intenciones y que llevara su sello de ser simbolizada con el color blanco.
El diablo quien rondaba la zona le preguntó al Orisha blanco que a qué se dedicaba, a lo que este contestó:
“Estoy sembrando estas viñas para regalar a los hombres un delicioso elixir”.
Abita se entera del plan del Orisha Blanco y prepara una trampa
Agradecido y picaresco se mostró Abita ante la nueva noticia de la que se apoderaba y pensó como de costumbre en cómo hacer para arruinar dichos planes.
Entonces a su mente vino rápida una solución, este acudió a una sabana donde en secreto sacrificó un elefante, un león, un cerdo y un mono, recolectando la sangre de los mismos, la que sería la protagonista de sus oscuros planes.
Pasaron los días y una vez las uvas estuvieron listas Obatalá comenzó a procesarlas y las cuidó con esmero para que a la semana siguiente las mismas fueran recolectadas y procesadas dando lugar a un exquisito vino blanco.
Esa misma noche mientras Obatalá dormía el Diablo sigiloso penetró en sus viñedos y derramó sobre las raíces de las plantas la sangre de los animales y sus encantamientos, al finalizar el menester se desapareció entre la tierra feliz de haber logrado su propósito.
La maldición de Abita sobre la humanidad
Las uvas fueron cosechadas, procesadas y el líquido fue embotellado. Durante una gran ceremonia que tuvo lugar en la casa del Orisha blanco, al acercarse la medianoche llegó la hora de degustar el vino haciendo minutos antes su entrada Abita al festín.
Obatalá quedó sorprendido al ver que el vino se había tornado rojo en los labios del hombre, a lo que el Diablo gustoso replicó:
Mediante esta degustación todos quedan malditos,
mientras consuman este tipo de bebida se creerán tan fuertes como el elefante,
luego sentirán en su cuerpo la valentía del león,
al concebirse saciados caerán al suelo como cerdos y
cuando todos los observen comenzarán a ser objeto de risas como el mono.
Indignado por el comportamiento de Abita y sus trampas, Obatalá ordenó a todos sus hijos alejarse del consumo excesivo de las bebidas alcohólicas para de esta forma luchar contra la maldición y el bochorno que el Diablo había lanzado sobre la humanidad.