La Orisha Olokun es una de las deidades más polémicas dentro del Panteón Yoruba, al ser considerada andrógina para algunos devotos, lo cierto es que los sacerdotes de Ifá lo consideran una entidad masculina mientras que para los santeros se identifica como una deidad femenina.
Olokun es la Orisha que atesora los secretos que yacen en el fondo del océano, es sabia y protectora con sus hijos. Su ira es implacable y suele manifestarse a través del mar en su estado más hostil y violento.
Es una santa que se recibe para obtener salud y asiento, se considera protectora de la familia e incansable defensora de las causas justas. Olokun habita en el interior de una tinaja de barro rodeada de sus otás, caracoles y una pequeña representación en plomo de sus tesoros.
Ofrendas para la dueña del océano, Olokun
Sobre la tapa de su receptáculo se colocan los addimús para esta Orisha, antes de depositarlos el santero se arrodilla sobre una estera e invoca a la deidad mediante el sonido de su maraca y dos velas blancas que dispone sobre un plato en frente de la representación de la santa.
El poder de las frutas frente al receptáculo de Olokun
Cuando el religioso desea venerar a Olokun no existe una mejor ofrenda que colocarle una canasta pequeña con frutas frescas ante el receptáculo de esta deidad.
Este tributo es bien recibido por la santa sobre todo si entre las frutas se encuentra el melón o sandía el cual es uno de los addimús predilectos de esta santa.
Este adimú se deja reposar al pie de la santa durante siete días, pasado estos debe ser depositado en el mar como paso culminante de dicha veneración para con la deidad.
7 palanquetas de gofio y melao para venerar a la dueña de las profundidades
No hay un manjar más exquisito para Olokun que las palanquetas, estas se elaboran mezclando en un recipiente gofio en polvo y melao de caña, se emplea en este platillo más gofio que melao, pues se busca obtener una especie de pasta sólida que pueda ser moldeada con las manos.
Una vez que la mezcla haya obtenido la consistencia deseada se comienzan a elaborar las pequeñas peloticas, hasta llegar a siete palanquetas.
Posteriormente se depositan sobre un plato blanco el que será colocado por el devoto sobre la tapa de la tinaja de Olokun, la cual deberá voltear de forma previa.
Esta obra se deja reposar hasta que las palanquetas se desmoronan por sí solas, una vez haya ocurrido esto se desechan en la basura.