“Yo soy la resurrección y la vida –dice el Señor-; quien cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá eternamente”.
El misterio de qué pasará una vez hayamos partido de este mundo es una interrogante que solo puede ser contestada mediante la fe.
A lo largo del tiempo el hombre ha buscado alternativas para comunicarse con los espíritus y la manera más fácil que la humanidad ha encontrado para hacerlo es mediante la oración.
En este artículo te ofrecemos dos oraciones para comunicarte con tus seres queridos y pedir a Dios que su alma se eleve al cielo y encuentren allí el descanso eterno.
Responso: Plegaria para que el espíritu alcance la vida eterna
- La palabra “responso” proviene del sustantivo latino “responsum” que significa “respuesta”. En la religión católica «responso» es la oración por los difuntos que se realiza en cualquier momento en que se esté velando al fallecido.
Venid en su ayuda, santos de Dios; salid a su encuentro, ángeles del Señor: recibid su alma, y presentadla ante el Altísimo.
Cristo que te llamó, te reciba, y los ángeles te conduzcan al regazo de Abraham.
Recibid su alma y presentadla ante el Altísimo. Concédele, Señor, el descanso eterno y brille para él (ella) la luz eterna. Recibid su alma y presentadla ante el Altísimo.
Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad, Señor, ten piedad.
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino hágase señor tu voluntad tanto en la tierra como en el cielo, el pan nuestro de cada día dánoslo hoy y perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en la tentación más líbranos de todo mal. Amén Jesús.
Libra, Señor, su alma. De las penas del infierno. Descanse en paz. Que así sea. Señor, escucha nuestra oración. Y llegue a ti nuestro clamor. El Señor esté con vosotros. Y con tu espíritu. Amén.
Oración para que el alma sea recibida en el reino de los cielos
Oh, Dios, que concedes el perdón y quieres la salvación de los hombres:
Te rogamos que, por la intercesión de la Santísima Virgen María y de todos los Santos, concedas la bienaventuranza a tu hijo, a quien llamaste de este mundo.
No lo(a) abandones en manos del enemigo, ni te olvides de él (ella) para siempre; sino recíbelo(a) con tus santos ángeles y llévalo(a) al cielo, su patria definitiva.
Y porque creyó y esperó en ti, concédele para siempre las alegrías del cielo.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.