En tiempos de gran abundancia Oggún, Osun, Oshosi y Elegguá eran los encargados de proveer el alimento para la tribu en la que habitaban garantizando de este modo la supervivencia de sus integrantes.
Osun el vigía
Osun poseía el don de la observación y desde muy lejos podía divisar los animales y demás fuentes de abasto de agua y alimentos que necesitaba, pero al emprender el camino en la búsqueda de los mismos se extraviaba entre la vegetación, siéndole imposible cometer su verdadero propósito.
Eleguá el protector de caminos
Elegguá quien se encargaba de resguardar los caminos se consideraba el mejor rastreador de la zona, para ejecutar su tarea se despertaba antes de que el sol reinara sobre el firmamento y se escabullía en el monte con el fin de hallar los rebaños que posteriormente cazaría y ofrecería a su tribu, con la finalidad de proporcionar alimentos y honor a su familia.
En cierta ocasión aconteció que era imposible para Elegguá obtener ninguna presa por lo que su tribu comenzó a pasar necesidades.
El mismo problema afectaba a Oggún quien era el Orisha dueño del hierro y de todos los instrumentos de trabajo creados con este metal.
Oggún el dueño del monte
Oggún se abría paso entre el espesor de la manigua con la ayuda del filo de su machete, pero a medida que avanzaba el ruido que ocasionaba el instrumento le espantaba las presas y al llegar a su destino terminaba exhausto de tanto esfuerzo físico en vano.
Oshosi el cazador
A unos kilómetros de allí cazaba Oshosi, quien era el mejor tirador de la región, su flecha y su arco eran tan certeros que podía atrapar una presa con los ojos cerrados.
Pero a este Orisha lo afectaba su desconocimiento de la geografía del terreno y el espesor de la manigua impedía que sus flechas transitaran en su trayecto de forma rectilínea.
Los Orishas Guerreros “en la unión está la fuerza”
De cierto modo cada uno de estos Orishas poseía un don especial, que los hacía únicos, pero por azares del destino no podían obtener lo que requerían, por este motivo acudieron ante Orunmila, el gran oráculo de Ifá quien les proporcionó una solución ante la problemática que los atormentaba.
La solución radicaba en que debían trabajar en equipo para poder conseguir un bien común.
Desde ese entonces Osun vela las presas, Elegguá marca el rastro hasta su destino, Oggún abre paso entre la manigua y Oshosi dispara su flecha para cumplir su cometido.
De este modo nacieron los Orishas Guerreros, quienes trabajan siempre unidos en pro de un bien mayor mostrando que en la unión está la fuerza.