Kawó Silé el Orisha dueño de los tambores Batá se había enamorado de Oshún, su amor por esta deidad fue tan grande que fue capaz de sacrificar su palacio e irse a vivir a casa de la santa más bella del Panteón Yoruba y convivir estrechamente con su familia.
La joven pareja de enamorados se amaba intensamente, ambos compartían un negocio que se encontraba prosperando, pero con el paso del tiempo las relaciones de los recién casados con sus convivientes no fueron las mejores.
Pataki: La convivencia entre Oshún y Shangó fracasa
Poco a poco la hostilidad fue creciendo convirtiéndose los ambientes comunes en lugares de tensión, por lo que decidieron mudarse al palacio de Shangó y compartir un tiempo con su familia.
A su llegada fueron acogidos con mucho cariño, pero al paso del tiempo los problemas de convivencia entre los recién casados y sus familiares comenzaron a surgir nuevamente.
Dichas dificultades no se remitieron solo a la convivencia familiar ya que ambas deidades empezaron a fracasar en su negocio, quebrando de forma rápida, hecho que los llevó a quedar en la miseria.
El adivino Orula marca ebbó a Shangó
Por este motivo Kawó Silé se vio obligado a partir hacia otro pueblo con la finalidad de buscar fortuna y con este sustento para la nueva familia que había formado con Oshún.
En su trayecto conoció a un gran adivino el cual se nombraba Orula, el que lo registró con ayuda de su tablero y su ékuele, ofreciéndole a través de la realización de un ebbó una parte de la solución de sus problemas.
El sabio le comentó que por esta letra se consideraba un error haberse mudado con sus familiares y que los conflictos generados producto a la convivencia del matrimonio en casas ajenas, era lo que había traído infelicidad en su vida e infortunio en su negocio.
La felicidad regresa al matrimonio:
Shangó estuvo de acuerdo con lo planteado y realizó el ebbó que Orula le marcó con los distintos pájaros del monte.
Gracias a este ritual logró conseguir trabajo y obtener las ganancias suficientes para establecerse de forma independiente con su esposa.
Después de ambos trabajar duro consiguieron reabrir su antiguo negocio y de esta forma la paz y la felicidad volvió a llegar su vida.
Enseñanzas que nos regala este pataki:
Por este odun Ogbe Iwori, es preciso que los matrimonios se independicen y vivan solos pues esta es la única forma de que su unión sea feliz y duradera y puedan tomar de forma libre sus propias determinaciones.
De ahí que surja el refrán popular que cita: El que se casa, casa quiere.