Dentro de las profesiones más antiguas del mundo se conoce el viejo oficio de llorar.
Ejercicio de los falsos sentimientos, donde un grupo de personas especialmente mujeres dedican unas lágrimas a la pérdida de una vida humana por el costo de unos billetes a convenir con el cliente.
Aun en nuestros días se desconoce el ingenioso origen de este oficio, más diversas fuentes aseguran que en los tiempos de la antigua Roma, en Grecia y en Egipto estas prácticas se desarrollaban con mucho éxito.
Recientes investigaciones relatan que en la antigüedad los familiares de los difuntos pensaban que con el ejercicio del llanto se limpiarían los pecados del fallecido.
Siendo esta la verdadera razón por la que en antaño contrataban las plañideras.
Las lloronas en Cuba y América.
Actualmente en Cuba no se encuentran vigentes estas prácticas, pero aún quedan los vestigios de un pasado que relata su presencia, pues antes del 1959 las lloronas eran contratadas para asistir los sepelios de las personas más acaudaladas de la sociedad.
En México y otros países de América Latina el viejo arte de llorar en los funerales de los desconocidos sigue en pie, llegando a haberse arraigado en la cultura y tradiciones de los países sudamericanos como un sello de identidad.
La imagen de la llorona a través del tiempo
La apariencia de estas mujeres no ha cambiado mucho durante los años, pues suelen presentarse en los recintos donde se desarrollarán los funerales vistiendo atuendos discretos preferiblemente negros, acompañados de rosarios e instrumentos de fe.
En algunas ocasiones suelen manifestarse presentando su cabeza cubierta con mantillas de similar tonalidad.
Llorar y transmitir emociones al alma del difunto
Las lloronas como también son conocidas estas mujeres, destacan por su impresionante habilidad para llorar y para transmitir emociones durante el ejercicio de su oficio, virtudes que crean, en quienes las contratan, la tranquilidad de que sus seres queridos serán recordados por siempre a través de esta atención prestada.
Es más frecuente observar plañideras en velorios no muy concurridos, pero a pesar de esto, los familiares desean que la pérdida se haga sentir.
El oficio del sollozo en nuestros días.
Es curioso citar que actualmente los servicios de estas personas no solo se limitan a funerales, pues en aniversarios de difuntos son llamadas para homenajear al fallecido.
De este modo el arte de llorar pasa a la historia de la humanidad como un método para ganarse honradamente la vida, mostrando mediante el oficio del sollozo la salida a problemas económicos y en ocasiones, como método para garantizar que continúe manteniéndose viva una tradición familiar.