El religioso que abandona o culpa a sus santos no es un verdadero creyente

La fe es esa fuerza que nos lleva a conseguir lo que nunca imaginamos que seríamos capaces de alcanzar.

Es ese motor que aun en los momentos difíciles nos permite darnos cuenta de que no todo está perdido y que por mala que parezca la racha que atravesamos nada en la vida es eterno, principalmente los momentos malos.

La fe es lo único que el ser humano no puede abandonar

Porque al dejar de creer:

Se cierran las puertas,
se pierden las oportunidades,
se disipa el camino en el que se perseguían los objetivos,
se pierde el rumbo,
se esfuma la paciencia y
se nubla el pensamiento.

En los momentos de dificultad es cuando la fe no puede abandonarse, en esos momentos es la fe la única capaz de salvar a la persona, aferrarse a ella es el camino hacia la salvación.

El buen religioso ha de entender que:

En la vida existen buenos y malos momentos, situaciones en la que no siempre se puede salir ganando, pero dentro de lo malo nuestros Orishas velan porque no nos suceda lo peor.

Jamás reniegue de los Santos que lo protegen

Nunca reniegue de sus santos a pesar de las dificultades por las que usted atraviese, pues al tener fe estos verán la valía de su amor y la sinceridad de sus palabras y serán capaces de comprender que usted será conforme con lo que ellos han podido hacer por usted.

Y ahí comenzará a recibir la verdadera ayuda, esa que se obtiene después de superar las pruebas que el destino nos pone para saber de qué estamos hechos, si de excusas o de ganas de salir adelante.

El religioso que abandona, culpa o bota a sus santos no es un verdadero creyente y nunca tuvo fe, este se mantuvo dentro de la religión por los beneficios que esta pudo darle y no fue capaz de entender cuando los santos no pudieron darle lo que deseaba, porque hemos de tener en claro que no todo lo que deseamos tener o alcanzar es lo que merecemos o lo que realmente nos hace falta en nuestras vidas.

Para recibir bendiciones:

Hay que ser capaz de hacer sacrificios, hay que probar que realmente se tiene fe y hay que dejar en claro que lo más importante no es el dinero sino la salud, la tranquilidad y el amor, bienes que no tienen precio y que los verdaderos afortunados son los que los poseen.