El cao era la mano derecha de Obatalá, este se encargaba de velar y aconsejar al Orisha en la toma de decisiones referentes al reino.
El santo dueño de la inteligencia tenía una hija de la que el cao se había enamorado en secreto.
Pataki donde Obatalá castiga a quien traicionó su confianza
En cierta ocasión llegó al reino un forastero que poco a poco se fue haciendo de la confianza de la joven hasta hacerse con su amor, realidad que provocó gran disgusto al cao quien la deseaba para sí.
Entonces el cao en venganza de lo sucedido tomó todas las prendas y el oro que estaba a su alcance y las escondió, denunciando posteriormente el robo de las mismas.
Obatalá no sospechó del ave pues en esta había depositado toda su confianza por años señalando todas las acusaciones al forastero que pretendía a su hija, haciéndolo prisionero.
Orula aconseja realizar ebbó en nombre de Eleguá y Yemayá
Al paso de los días la hija de Obatalá comenzó a desesperarse pues la situación de su pretendido lejos de mejorar se empeoraba.
Por lo que esta fue a casa de Orunmila en búsqueda de una solución a sus problemas.
El oráculo de Ifá consultó a la joven saliéndole el odun Ogbe Osa, letra a través de la cual era advertida de que la persona causante de los conflictos que existían en su casa era alguien de mucha confianza.
Aconsejándole como fuente de soluciones la realización de un ebbó para erradicar el problema que la aquejaba.
El ebbó consistía en sacrificarle un gallo a Elegguá y posteriormente llevarlo a la orilla de la playa donde debía rogar a Yemayá por la libertad de su enamorado.
Al regresar de la playa la hija de Obatalá vio al cao escarbando en la tierra para sacar las joyas.
Cuando la mentira se descubre, la confianza muere para siempre
Esta en secreto fue a llamar a su padre y al llegar al lugar de los hechos ambos quedaron sorprendidos ante el panorama que observaban sus ojos, escena que los había dejado sin palabras.
Obatalá indignado le reclamó al cao por su actitud, este no se explicaba cómo siendo su hombre de confianza se había atrevido a tanto, desde ese momento lo maldijo y lo condenó a vivir repudiado por ladrón.
Luego de saldar cuentas con el cao, Obatalá se vio en la obligación de liberar al pretendiente de su hija y ofrecerle públicamente una disculpa por el error cometido en su contra.
Semanas después de ocurrido esto se celebró en el reino la unión de la hija de Obatalá y su enamorado.