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Shangó y Aggayú: Los Orishas de Fuego bailan sin que la candela los queme

Aggayú Solá y Shangó

Shangó y Aggayú Solá son deidades yorubas íntimamente relacionadas con el fuego, el primero domina las brasas a su antojo, mientras que el segundo está compuesto de lava ardiente, en ambos casos son inmunes a la candela, virtud que manifiestan cuando danzan.

Bailan con movimientos bruscos al compás de la música, en ocasiones realizan simulaciones de combates en los que pelean con machetes, hachas y demás armas de defensa.

A estos Orishas se les ofrece tabaco, aguardiente y vino seco como muestra de respeto y devoción.

Shangó el rey de la música, el baile y los tambores Batá.

Changó baile

Kawó Silé baja a la tierra causando gran alboroto, llega dando tres vueltas de carnero y posteriormente reverencia a los tambores.

Esta deidad es fiestera, es el dueño de la música, de los bata, del baile y de las mujeres.

Abre los ojos como si estos se le fueran a escapar de las órbitas, saca la lengua y muestra en alto su hacha roja y blanca.

Suele realizar movimientos viriles en los que sostiene la parte de su pantalón correspondiente a sus genitales con la mano.

Este da brincos altos, se contorsiona de forma violenta y se muestra impetuoso y desenfrenado. Puede llegar hasta comer candela mientras danza sin llegar a lastimarse.

Cuando Shangó danza está prohibido dejar de tocar los tambores, pues solo después que él se retira es que debe terminar la fiesta.

Aggayú Solá el gigante de lava danza con destreza.

Aggayú Solá baile

Aggayú Solá es un santo muy grande y poderoso, este representa al volcán y la inmensidad del desierto al mismo tiempo, es un santo asiduo a las fiestas y gustoso de la buena música, aunque la parranda no está dentro de sus preferencias.

No es una deidad que baje a los bembés con mucha frecuencia, a quienes monta deben considerarse santeros muy privilegiados.

Cuando baja a la tierra danza con pasos largos, alza los pies y realiza movimientos bruscos en contra de las manecillas del reloj, como para superar obstáculos o salvar grandes profundidades.

Este Orisha carga a los pequeños que están a su alrededor y los monta sobre sus hombros como imitando el juego de los caballitos.

En otras ocasiones blande el hacha o el machete como si fuese a la guerra, puede manifestarse sigiloso y después romper con la danza. A esta deidad se le ofrece aguardiente y vino seco para refrescarlo, pues se acalora con facilidad.

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